Miren! Dos por uno! XD
Escribí harto ayer en vez de preocuparme por cosas de la uni. Ahora me voy a arrepentir pero... por ahora estoy feliz. Disfruten!
Recuerde; su review es mi sueldo! Y el sueldo me hace trabajar mas rapido!
Soy demasiado impulsivo, lo sé, me lo dicen todo el tiempo
Soy demasiado impulsivo, lo sé, me lo dicen todo el tiempo. Sabía que romperme las manos contra una pared de cemento no iba a ayudar ni a servir en absolutamente nada, pero a veces no sé controlarlo. Como pegarle a Fred Nascher. O al resto de mis compañeros de curso. O a la pared de mi habitación, también, cuando no había nadie en casa. No tengo muchas formas de liberar frustraciones, no formas lo suficientemente silenciosas y no evidentes. Pegarme con otros, temperamento violento, visitas al director, todas eran formas de liberar tensión que fácilmente podían esconderse como respuestas a… otras cosas. Como mi pasado, mi vida antes de llegar a vivir con Zack. Ese pasado oscuro del que nadie hablaba y nadie sabía nada.
No me gusta demostrar debilidad. Quiero demostrarme a mí mismo que soy fuerte, como antes debía demostrarle a mi padre. Soy el hermano fuerte. Debo cuidar de Hillel. Y… de Zack…
Caí de rodillas al suelo. El miedo estaba volviéndose insoportable, nada tenía sentido. Sentía la sangre entre mis nudillos, pero no eran las manos las que me dolían. Los retorcijones en el estómago y las náuseas me hacían querer vomitar. Sentía estallar la cabeza, y el pecho. Los ojos me ardían… y les permití soltar un par de lágrimas. Sólo porque estaba lejos. Nunca permitiría a Hillel verme llorar. Él no merecía cargar con mis problemas. No así yo con los suyos, que los hice siempre míos.
Hillel y Zack son las personas más importantes en mi vida. Debo ser fuerte por ellos. No debo dejar que nada les pase. No debo dejar que nada le pase a Zack. Zack va a estar bien. Zack se va a recuperar. Zack tiene que—
"¡MATT! ¡Zack despertó!"
Alcé la vista del suelo confundido. Al mirar a Hillel, pude verlo aún arrodillado al lado de Zack. Lo miraba como si hubiera ocurrido un milagro. Y yo comprendí.
Corrí a su lado y me dejé caer de rodillas al lado de mi hermano. Éste fijó la vista en mis manos, sangrantes, pero no dijo nada. Se acarició los nudillos, como si el dolor fuera suyo. Me sentí culpable y miré a Zack.
Si bien éste tenía los ojos levemente abiertos, era difícil de comprobar lo que Hillel había dicho, demostrar que Zack estaba realmente despierto. Lo que sí estaba (y era más que suficiente para hacer que mi corazón se acelerara de alivio) era vivo, y, en algún grado, consciente.
"Zack… tranquilo, no te canses…" dijo Hillel, tomándole la mano, y sonriéndole entre lágrimas. Las sirenas se escuchaban cada vez más cercanas, y algo me hizo sentir que todo estaría bien, que las cosas no iban a cambiar tan radicalmente. Que algún día, de adultos, recordaríamos esto y nos abrazaríamos, y Zack mostraría a sus hijos su cicatriz del pecho con orgullo, inventando alguna historia disparatada sobre una lucha con extraterrestres de armas láser. Sonreí y le tomé la otra mano.
Al llegar la ambulancia Hillel y yo nos apartamos. Dos paramédicos bajaron y pusieron a Zack en una camilla, subiéndolo a la ambulancia. Uno de ellos nos hizo un gesto y, con un respingo, subimos tras él.
Adentro era caótico. Entubaron a Zack a mil cosas que yo evité mirar. Hillel volvió a tomar su mano, y alguien tomó las mías. Alcé la vista. Una paramédica me las miraba con preocupación.
"¿Qué te pasó?"
"Nada", murmuré. "Da igual. Zack es el que importa."
Ella asintió, pero tomó alcohol y algodones, y me desinfectó las heridas. Apreté los dientes, sin moverme ni chistar, y dejé que me las vendara.
"Lo están estabilizando", me tranquilizó. Yo no sabía que creer. El sonido de las máquinas me estaba volviendo loco, y me ponía nerviosísimo no entender si los pitidos eran buena o mala señal.
"Necesitamos algunos datos. ¿Cuál es tu nombre?"
"¿El mío? Matthew Sven."
"¿Cuál es tu parentesco con el otro chico?"
Alcé una ceja.
"Es mi hermano gemelo…"
Ella sonrió un poco.
"No, con el otro."
"Ah. Herm--…" Me detuve. Pensé. ¿Qué éramos? ¿Amigos? Que palabra más banal y falsa para describir nuestra relación.
Hillel habló, su voz seca y rápida.
"No sé, ¿hermanastros?, tal vez. Vivimos con él. O sea, sus padres nos… adoptaron. Somos… hermanos." Tragó saliva y yo también.
Miré de reojo a Zack, pero enseguida desvié la mirada. No quería verlo así. Al contrario, Hillel no apartaba la vista de su rostro. En ese momento me sentí el hermano débil.
La paramédica se dirigió a mí nuevamente, con suavidad. Llevaba unas hojas y un lápiz en sus manos.
"¿Cuál es su nombre?" me preguntó.
"Zack."
"Nombre completo, por favor."
Escuché a Hillel aguantar la risa. Yo, a mi vez, sonreí también.
"Zachary… Paul… Andrew… Keith… Vallyes" dijimos, alternando las palabras. Hillel rió entre dientes, y acarició el pelo de Zack. Era una broma recurrente llamar a Zack por su infinidad de nombres, cosa que a él ponía maniático.
"Zack va a estar bien, ¿verdad?" preguntó mi hermano. Uno de los paramédicos lo miró, con una sonrisa triste en el rostro.
"Estamos haciendo lo posible para mantenerlo estable."
Mi corazón, y de seguro también el de Hillel, dio un vuelco. O sea, no era seguro que Zack estuviera bien. No. Zack debía estar bien, tenía que hacerlo. No había otra opción. Iba a pasar un tiempo en el hospital, donde le iríamos a ver todos los días y bromearíamos con que tendría que esforzarse más para no parecer un blanco ambulante. Después de unas semanas volvería a casa, horrorizado por haber perdido tantas clases. Todo volvería a ser normal.
Miré a Zack, sus ojos volvían a estar cerrados, y el color no volvía a su cara.