No había nubes en el cielo esa noche. Las estrellas brillaban con un vigor tal que me deslumbraba. Era, sin duda, una noche hermosa. Había gente junto a mí… eran dos, tal vez tres, ya no lo recuerdo. No es importante. Lo que sí recuerdo es que al verme con la vista en alto, sonriendo, no preguntaron el por qué de nada. Eso me alivió. La gente tiende a preguntar mucho cuando no te ve con una sonrisa, o una actitud de complacencia. Gente hipócrita, los odio. Claro, ¿cómo iban a saber que yo ya no podía más? Quería explotar de rabia, eso quería. Pero claro, lo que se omite no hiere a nadie.
Ésa es mi filosofía de vida.
Me alejé de ellos sin una palabra, no quería seguir con ese trío (o tal vez par) de idiotas conformistas. Escuché que me llamaban, pero no me volví.
"Eh, ¿nos estás escuchando?"
No valían ni mi tiempo.
Claramente oí un "Déjalo, ya va a volver". Reí para mis adentros. Ingenuos, ¿quién los necesita?
Caminé sin rumbo. La sangre me hervía. Sangre. Odio darme cuenta de que no soy más que eso. Sangre. Sangre y pecados. Me miré las manos inexpresivamente. Casi podía ver las palabras grabadas en mis palmas.
Orgullo.
Pereza.
Envidia.
Lujuria.
Codicia.
Gula.
Ira.
Y yo era la concepción clara de los siete. Lo supe desde siempre. Nada que nadie pudiera decir me haría pensar otra cosa. Nadie me haría sentir mejor, y nadie, por ningún motivo, lograría alguna vez sacarme una sonrisa que no se compusiera de ironía y sarcasmo.
Mis pasos me llevaron al puesto de revistas que más frecuentaba. Me gustaba leer los titulares de los periódicos; ¿qué mejor manera de acercarse a la estupidez y realidad de la llamada humanidad?
'Las empresas extranjeras que operan en el país deberán entregar toda su producción al Estado y regularizar sus contratos'
¿Qué quieren decir con eso? ¿La regularización de contratos de las empresas extranjeras que operan en el país? ¿A quien diablos puede importarle eso?
Difícilmente encuentro algo que llegue a interesarme por algo más de treinta segundos, pero ésa noche no era como las otras. Algo importante iba a pasar, algo grande. Debe haber sido influencia de las estrellas, cúlpenlas a ellas.
Algo hizo que me quedara por más tiempo. Algo hizo que me fijara en el periódico en el que nunca me fijaba. Algo hizo que el titular me sonara tan llamativo.
'La cifra de suicidios en menores de veinticinco años ha aumentado de forma exponencial en el último tiempo. Según los especialistas en el tema, la principal causa…'.
El resto no importaba.
Repasé mentalmente mis conocimientos. Hacía poco había buscado la palabra en el diccionario.
Suicidio: Acción o conducta que perjudica o puede perjudicar muy gravemente, hasta el punto de dar muerte, a quien la realiza, algo así era lo que decía
Me pareció curioso. En ninguna parte se mencionaba como vía de escape de la simpleza e imperfección. Pero no soy el único que lo ve así, o el "número de suicidios en menores de veinticinco años" no habría aumentado de la forma en que lo hizo.
Pero basta de palabrería.
Leerlo me tocó, me inspiró por completo. ¡Quería hacerlo ya, en ese mismo momento!
Y lo habría hecho. No me culpen, no es mi culpa ser así. Culpen a la humanidad, a los idiotas conformistas que aún deben estar gritando mi nombre, culpen al periódico, o a la noche estrellada.
Pero no a mí. Porque, por ser como soy, no lo hice.
Odio dejar las cosas a la mitad. Detesto a la gente que se va sin explicaciones.
Es aquí cuando entras tú; tú eres la razón de éste relato, carta, cuento, o como lo quieras llamar. No sé quien eres, pero el estar leyendo, en éste lugar y momento, te hace parte de mi historia. Por ti volví, tomé lápiz y papel, y empecé lo que ahora estoy terminando. Y fue por ti que cambié mis planes. Te odio, porque sin saberlo, arruinaste el propósito de toda mi vida; pero te lo agradezco, ya que, sin saberlo tampoco, me mostraste otra salida.
¿Suicidio? Un comienzo nuevo.
No me busques, porque nunca me encontrarás.