Es el momento en el que sientes que el pecho te va a estallar. Que la presión que está detrás de los párpados se va a convertir en un gran riachuelo de rímel no apto para el agua. Sabes que no puedes, ni debes, ni tienes el derecho a pensar lo que piensas ni a desear lo que deseas.
Por mucho que duela, las cosas cambian. Los gustos cambian. Su gusto cambia.
Si prefiero a otra, no puedes hacer otra cosa que sonreír.
Intentas, primero, mentir a los demás diciendo que te alegras por él. Después intentas mentirte a ti misma diciendo que te alegras que sea feliz, que eso es lo único que importa. Por último, te das cuenta gracias a una patada de la realidad, de que no puedes olvidarle.
Sabes que lo acabarás haciendo. Puede que no ahora, ni en un mes, ni en tres años. Pero acabarás olvidando.
El único problema es que quieres que ese momento sea en dos segundos. En los que tarda el rímel en caer.
Kristafhista