En memoria a Michael Jackson.
(1958 — 2009)
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Capitulo dieciséis: Tiempo de calidad.
Selene Stanlay
Me desperté porque la luz del sol empezó a molestarme. Sentía que mi cabeza estaba a punto de partirse. Gemí y gire en la cama. Tire de la almohada y la coloqué arriba de mi cabeza. Todo daba vueltas. No quise pensar en nada. Abrase mi cuerpo, tenía frío. Mi mente vago sobre los recuerdos de la noche, en como Kevin me había abrigado y consolado. Como había agradecido en tener un vestido lago para no sufrir tanto del frío.
Salte de la cama ante ese último pensamiento. Me mire de arriba a bajo y solté un grito ahogado. No tenía puesto el corset, ni la falda, ni el miriñaque. ¡Dios! ¿Había hecho algo y no lo recordaba? ¿Otra vez había vuelto a lo mismo? No sentía dolor, pero eso no quitaba que podría haber pasado. Quizás esta vez él había sido amable. ¿Podría haber pasado, no?
Quise llorar, mis ojos se aguaron. Busque con desesperación a Kevin por la habitación. Nada. Su cama estaba hecha. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? Empecé a temblar, no recordaba todo de la noche pasada y eso me estaba poniendo más nerviosa. Tenía miedo que todo lo que había dejado atrás volviera a sucederme. Tenía miedo de que Thomas hubiese vuelto y que Kevin no se hubiese dado cuenta. Tenía miedo… a todo.
Abrace mi cuerpo con fuerza y empecé a tambalearme. Necesitaba consuelo, necesitaba a Kevin. Solté un sollozó y hundí mi cara entre mis piernas.
No estoy segura de cuanto tiempo pase de esa forma, hasta que el ruido de una puerta abrirse me hizo saltar. Aún así no desate mi nudo.
─ ¡Selene!.─ Mi corazón latió con fuerza al escuchar que era Kevin. Me dolió la preocupación en su voz.
Escuche como corrió desde la puerta hasta detenerse junto a mí. No levante mi cabeza, no quería que me viera otra vez destruida. Él no tenía la culpa de nada.
Kevin se agacho a mi lado y froto mi espalda. Se sentía bien su tacto en mi cuerpo.
─ ¿Qué sucede, cariño?─ sonreí sin que me viera. Amaba su voz. Lo amaba a él.
─ Dime…─ hipe, mientras suplicaba.─ que anoche no sucedió nada…
Sentí a Kevin tensarse bajo mi cuerpo. ¿Había pasado algo? ¡Dios! Me abrase más fuerte, casi haciéndome daño.
─ Yo… yo no te hice nada, Selene. No te toque…─ Empezó de decir. Su voz era de angustia y me pegue por haberme expresado mal.
─ ¡No!─ Le interrumpí y levante la cara. Mis ojos, nublados por las lágrimas, no me impidieron ver el rostro de dolor de Kevin.─ Jamás pensaría eso de ti,─ le confesé. Quería que supiera que n nunca se me había cruzado la idea de que él pudiera haberme forzado o tratando mal. Los ojos se Kevin se abrieron ante mis palabras y su cuerpo se relajo.─ Sólo dime, Kevin.─ lo mire directamente a los ojos.─ Dime por favor que ayer no paso nada. Que no nos encontramos con Thomas, que no sucedió nada.─ Solloce, y vi en Kevin las compasión y la ternura.─ No recuerdo mucho.
Kevin se levanto con lentitud, y beso mi frente. Me hizo sentir bien, por alguna razón esa acción me contestaba mis preguntas.
─ Te juro, amor, que ayer no sucedió nada.
Me corrí a un lado de la cama, invitando a Kevin a sentarse conmigo. Él entendió mi petición y no dudo en ponerse a mi lado y cubrirme con sus brazos. Apoye mi cabeza en su pecho, mientras él me acariciaba.
─ Fui yo quién quito parte de tu traje para que pudieras dormir bien. Lamento haberte asustado.─ Beso mi cabeza.
Sonreí.
─ ¿Dónde estabas?─ Cambie de tema.
Kevin rió al escuchar mi voz más tranquila y mi acción desesperada por cambiar de tema.
─ Salí a correr, pensé que dormirías un poco más.
─ ¿Quieres desayunar? Hay un bonito día ¿No es así?
Me sentía más animada y quería salir con Kevin antes que su hermana viniera a casa y mi humor se fuera por la alcantarilla.
Sí. Recordaba muy bien la aparición de Sol en la fiesta, pero por el momento no quería pensar en ello. Kevin necesitaba alejarse un poco de mis depresiones, e intentaría que así fuera.
─ ¿Qué tienes en mente?─ pregunto con sus labios en mi cabello.
Reí por las cosquillas que me causaron.
─ Desayunar en la terraza de la pileta del campus. ¿Te gusta la idea? Si no podes hacer cualquier otra cosa…
─ ¡No!─ Se rió, interrumpiéndome.─ Me encanta la idea. Aprovechemos el aire libre.
Aplaudí como si fuera una niña pequeña. Kevin se levanto y yo lo seguí.
─ Será mejor que te duches, cariño.─ Me aconsejo, y yo sólo asentí. ─ Iré a buscar las cosas para poder bañarme después.─ Se acerco y me besó rápidamente antes de darse la vuelta e ir a buscar su ropa al placard.
Me bañe lo más rápido que pude. El agua caliente me relajo. Me seque rápidamente y envolví mi cuerpo en la toalla antes de salir del baño.
Kevin miro para otro lado cuando salí y me sonroje. Me gusto la actitud de él. Camine sin mirar atrás hasta el armario y cuando escuche que había cerrado la puerta me dispuse a cambiarme.
Me puse la ropa interior, y tome un short corto y una remera de mangas cortas blanca. Busque por la habitación las Riff de Nike.
Cuando estaba sentada frente al espejo arreglando mi cabello y el poco maquillaje que solía usar, Kevin salió del baño ya vestido. Como siempre se veía genial con sus vaqueros desgastados y con una remera negra. Tiro la ropa que antes había usado sobre la cama y camino hasta mí. Me abrazo por detrás y beso mi cabello.
Me reí y acabe con un broche en el cabello.
─ Ponte un abrigo, Sel.─ Me aviso cuando me soltó y me dejo levantarme.
Tome un sweater negro y busque mi billetera. Salimos de la habitación tomados de la mano. Cuando llegamos al compus el sol nos pego en la cara. Era un día realmente hermoso. Hacía calor, pero corría un poco de viento. En la sombra estaba bastante frío.
Kevin bromeo durante todo el camino. Corrimos por los jardines, nos reímos… Todo era maravilloso.
Cuado llegamos al bar de la terraza Kevin se quedo en la barra pidiendo nuestro desayuno mientras yo camine hasta las sombrillas que había con vista a la pileta. Me deje caer en la hamaca que había allí para esperar a Kevin.
Sabía que él se había dado cuenta de que estaba tratando de evitar lo inevitable. Aún así me agradaba el tiempo que estábamos pasando juntos, como si todo lo que había sucedido días atrás se quedarán enterrados en el pasado al igual que todos los problemas. Necesitábamos un tiempo para nosotros. No para pelearnos. No para consuelos. Simplemente para pasarla bien juntos.
Kevin se sentó a mi lado y dejo su brazo alrededor de mis hombros. Me incline con rapidez y bese sus labios. Deje que se profundizara un poco. Enrede mis manos en su cabello y él me abrazo por la cintura. Ambos sonreímos entre el beso. ¡Lo amaba tanto! A veces temía perderlo, y estaba intentando que aquello no sucediera nunca.
Nos separamos cuando el camarero llego con nuestro desayuno. Me sonroje y escondí mi rostro en el pecho de mi novio. Kevin se rió de mí y le agradeció al joven por habernos traído el desayuno.
─ Espero que podamos estar así siempre.─ Murmure, aún en brazos de él, mientras tomaba un poco de mi jugo de naranja.
─ Pronto, cariño.─ Prometió.─ Pronto todo acabará.
Eso espero.
Kevin Starffest.
Llegamos al departamento sobre las doce y media del mediodía. Mi hermana llegaría en media hora. Me sorprendía mucho que Selene estuviese tan calmada, aunque un poco tan bien me asustaba. Temía que cuando llegará el momento soltará todo de golpe.
Me deje caer en el sofá de la sala mientras escuchaba que Sel estaba en la cocina. Encendí el televisor y comencé a hacer zapping. Por un momento mi mente viajo mil millas de la realidad, e irónicamente, me comparé con uno de esos hombres que se ven en la TV que se sentaban en el sofá con una cerveza en la mano todo el día y esperaban que su mujer hiciera todo.
Me reí sólo de esa comparación y volví a fijar mi atención en la realidad. Seguí haciendo zapping sin detenerme a ver que era lo que estaban pasando por el cable. Mis sentidos estaban puestos en la cocina, donde Selene estaba.
No pase más de dos minutos allí hasta que decidí ir con ella. Era bastante frustrante el hecho de no tener nada productivo para hacer. Camine hasta la cocina y me deje caer sobre el marco de la puerta. Selene se movía de un lado a otro buscando los elementos necesarios para poder cocinar.
Disfrute de la vista hasta que ella se percato de mi presencia y se sonrojo. Se acerco a las hornallas y revolvió, lo que supuse yo, que era una salsa para pastas.
─ ¿Necesitas ayuda?─ Pregunte con un tono jocoso entrando en la cocina y sentándome sobre la pequeña mesa de desayuno que había allí.
─ Preferiría que no,─ se rió.─ Quiero tener el almuerzo listo para cuando llegue tu hermana y sé que si tú me ayudas, jamás acabaré.
Me sorprendió con la facilidad con la que hablo sobre la presencia de mi hermana. Creí que a estas alturas estaría nerviosa ¿Quizás… lo había asimilado? Deseé poder tener el don de leer las mentes para descifrar que diablos estaba pasando por la de ella. Sin duda la mente femenina sería algo que jamás llegaría a entender.
─ Lastimas mi ego.─ le seguí el juego.
Selene rió. Sonreí al escucharla. No era una risa forzada, era sincera de verdad. Me gustaba el humor que estaba teniendo. Ojala pudiese ser siempre de esa forma.
─ ¿Quieres ayudar?.─ Preguntó echando la pasta en el agua hirviendo. Me miró con las cejas alzadas y yo asentí quedamente.─ Bien, pon la mesa.
Me saco la lengua antes de volverse a lo que estaba haciendo. Me levante y fui hasta la alacena en busca de los platos. Los tome en mi mano, y así me acerque a Selene. Me detuve detrás de ella, y lleve mis labios a su oído para susurrarle.
─ Ten cuidado, amor. Sí no guardas bien esa lengua alguien te la podrá quitar.
Sel salto en su lugar y soltó un pequeño gritito de sorpresa. Me reí, había logrado la reacción que deseaba. Volví a inclinar mi cara y bese la comisura de sus labios.
Con una sonrisa en mi cara me dirigí al comedor. Puse los platos sobre la mesa, y empecé a buscar por la sala un lugar donde Selene pudiera guardar un mantel. Después de unos cinco minutos de búsqueda en vano, decidí que era hora de preguntar.
Me acerque a la cocina y antes de entrar Selene habló.
─ ¡El mantel esta en el cajón de la mesa de café!.─ Selene me sorprendió con aquel grito. Aunque se lo agradecí.
Efectivamente allí estaba el mantel.
Puse la mesa para tres personas. Estaba seguro que mi hermana no vendría acompañada.
Cuando estaba a punto de lanzarme al sofá sonó el timbre. Temblé. Estaba más nervioso yo de lo que lo estaba Selene. Pero es que me estaba poniendo histérico el no poder saber lo que pasaría una vez que dejará entrar a mi hermana al apartamento.
─ ¡Kevin, abre la puerta, por favor!─ La voz de Selene era neutra, no había signo de sentimientos en ella. Ahí estaba la reacción que había imaginado en ella, los nervios.
Abrí la puerta, y me encontré con mi hermana.
─ Hola, Sol.─ Le salude, mis nervios se denotaban a kilómetros.
Mi hermana beso mi mejilla y sin esperar a que la invitara, entro en el pequeño apartamento.
─ Selene esta terminando de cocinar ─ le informe. Mi hermana estaba escaneando la habitación con curiosidad.
─ No hay problema.─ Dejo de mirar el lugar y fijo su vista en mí.─ ¿Sabe cocinar?─ Asentí con la cabeza.─ No debió molestarse.
Me encogí de hombros y supe que mi hermana tampoco estaba muy cómoda con todo esto. Nunca habíamos hablado demasiado. Es decir, nuestra diferencia de edad era grande y no compartíamos las mismas cosas. Aún así, la tensión que hoy había entre nosotros nunca la había experimentado.
─ Bonito lugar. Supongo que con lo que cuesta este internado es lo mínimo que deben de ofrecer.─ La fulmine con la mirada.─ ¿Por qué Sakura está en un internado tan costoso?─ Me susurro.
Me encogí nuevamente de hombros.
─ Supongo porque es el único al que su padrastro tiene contactos.
─ Sí, supongo que es por eso.─ Asintió, bastante convencida por la explicación.-─ No puedo creer que seas tan ordenado. Esto de vivir sólo se te da mejor que en casa ─ quiso mofarse.
─ No vivo sólo.─ apunté. Selene se estaba tardando demasiado y yo no sabía como llevar una conversación decente con mi propia hermana.
─ Sabes a lo que me refiero.
─ Selene es la que lleva todo, estaba acostumbrada a ello. Antes vivía sola. Aprendió a cuidarse sola.─ Le explique con un deje de orgullo al contarle todo lo que aprendió mi novia por sí sola.
─ Debió ser duro…─ se dejo vagar en su mente ante mis palabras. Luego volvió su atención a mí.─ ¿Cómo lograste que te pusieran con ella?
─ La verdad es que no estoy muy seguro ─ confesé.─ Sabía que Sebastian había llamado al colegio haciéndose pasar por el idiota de su padrastro, supongo que él sabía que Selene vivía sola y le pidió que me pusiera con ella.
─ Suena a Sebastian.─ Se rió mi hermana de su esposo.
─ ¿Él… él está acá?.─ Masculle.
─ ¡Kevin!─ el grito de Selene concentro toda mi atención.
Salí corriendo a la cocina dejando a mi hermana en la sala. Cuando entre Selene estaba en el suelo tratando de recoger unos pedazos de vidrio. Me apresure a ella, y me maldije interiormente por no haber oído cuando todo se le había caído.
Tome las manos de Selene, e hice que soltará los vidrios antes de que pudiera lastimarse. Levanto la vista y sus ojos estaban cargados de lágrimas.
─ ¿Esta… esta enfadada conmigo?─ preguntó con voz ahogada.
Mi corazón se encogió. La ayude a ponerse de pie, luego me encargaría yo de barrer los vidrios.
─ Claro que no, cariño. ¿Por qué debería de estarlo?─ acaricie su cabello.
─ Ayer no me porte muy bien con ella ─ sollozó.
Bese su frente y la arrope en mis brazos. Sabía que no era por eso. Selene estaba fuera de sí y eso era comprensible. Sólo estaba buscando una excusa para poder sacar el peso que tenía dentro.
Estuvimos unos minutos hasta que ella afirmo que ya estaba bien. Mientras me encargaba de servir la comida, ella corrió al baño a lavarse la cara. Mi hermana había escuchado todo. Odiaba ser el único hombre en esta situación. La verdad era que ya me costaba bastante poder consolar a Selene como ahora también tener que consolar a mi hermana.
Cuando salió del baño supe que ahora empezaba lo bueno.
Selene Stanlay.
Salí del baño sabiendo que no podía ocultarme más allí, que tenía que enfrentar la realidad.
Camine indecisa a la sala. Kevin ya había puesto la meza y se había encargado de todo. Sin duda era todo un caballero.
Sol me miraba con nostalgia. Me sentí mal por ella, seguramente también lo estaba pasando mal. Me dí cuenta de lo egoísta que estaba siendo. Estaba situación no era fácil para ninguno y yo simplemente me estaba fijando en mis propios problemas.
Suspire.
─ Hola.─ Me atreví a pronunciar. Kevin, desde detrás de su hermana nos miraba con atención, curioso de lo que podría llegar a pasar.─ Lamente lo de ayer y… lo de recién ─ el calor subió a mis mejillas y baje la mirada a mis pies.
─ No lo lamentes ─ contesto con su dulce voz.─ Supongo que tenemos que hablar. Debes tener muchas preguntas.
Sólo atine a asentir, no supe que otra cosa hacer. Sol me regalo una sonrisa e intente imitarla, aunque la mía salió torpe y forzada.
Me senté junto a Kevin, y el tomó mi mano bajo la mesa. Le dio un pequeño apretón y luego la acarició dándome la fuerza que necesitaba.
La comida fue silencio, y un tanto tensa. Pero no me importo, lo que en verdad me asustaba era lo venía después de ella.
Supuse, que debía aprovechar el poco tiempo de calidad que teníamos.
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Krystal: tengo que responderte por aca, por que como no dejaste espacios entre tus direcciones no se guardaron. La verdad es que no tengo ningun problema en que la adaptes. Agregame a mi mail (que esta en mi perfil) y hablamos mejor.
:)
¡Lamento la tardanza!
Hasta el crepúsculo…
Luchyrct
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