The Killer Lover

Me sumergí en esos ojos oscuros, sabía que había estado perdida desde el primer momento que los vi. Pero yo no pude hacer nada, caí como todas en su trampa, en sus hermosos ojos, en sus rizos adorables, en las palabras que envenenaron mi mente.

Acercó sus labios lentamente, ese era el final, ni siquiera me despedí de Leslie ni de Miriam, oh como las extrañaría. Como sentía haberle causado dolor a Kaile, nunca lo volvería a ver. Como deseaba que nunca me hubiera elegido como su presa.

Cerré los ojos, deseando que terminara ya. Lagrimas recorrieron mi rostro, las sentía como una cascada cayendo, pero eso no lo detendría. El era un monstruo, un monstruo endemoniadamente hermoso, pero no tendría compasión de mí. Sus promesas no significaron nada, yo no era diferente, tal solo era una mas.

Nuestros labios se encontraron, se sentían fríos como el hielo, tan fríos que quemaban, lentamente pero con fuerza fue metiendo su lengua en mi boca, sabía lo que vendría a continuación, mi último recuerdo, casi esperaba que mi vida pasara por mis ojos.

Se fue introduciendo lentamente, saboreando mi piel, deleitándose con su sabor. Sentí escalofríos, yo lo quería detener, quería vivir, pero mi voluntad estaba hecha polvo, sabía que luchar no serviría de nada. Sentía cada fibra de mi cuerpo temblando, de desesperación, de placer, su lengua deslizándose lentamente cuesta abajo, recorriendo mi garganta, se sentía tan bien, a pesar de que el miedo me atenazaba me sentía bien.

Sabía que ese era su talento, no hacia sufrir a sus víctimas. Podías encontrar algunas que no les importaba morir al final con tal de sentir esto. Yo no pensaba como ellas.

Aunque fui una presa fácil, una pequeña niña anhelando compañía, me hubiera gustado tanto poder resistirme, luchar, como lamentaba ser una presa, moriría tan pronto.

Su lengua seguía descendiendo por mi garganta, la sentí fría, buscadora, entrenada para eso. Y tal como debía de ser no sentí dolor alguno, debía aceptar que seguía siendo muy placentero. Pero no por eso me alegraba, iba descendiendo buscando un pequeño espacio donde entrar, hasta que lo encontró. Mi corazón palpitaba fuertemente con miedo a lo que seguiría, sentía que se me saldría del pecho, casi deseaba que fuera así, sería un final preferible a lo que pasaría.

Una parte de mi seguía pensando en las razones de mi muerte, pero la mayor parte de mi seguía pendiente de ese primero y último beso.

Mi respiración se fue agitando conforme su lengua alcanzaba mi moribundo corazón, se enroscó alrededor de él sin apretarlo mucho y lo fue jalando así la salida. Todo mi cuerpo empezó a gritar, pero mi cerebro solo podía registrar el placer proporcionado por esos labios, que se movían tan insistentemente sobre los míos. Con lentitud sentí como mi corazón todavía palpitante recorría mi garganta, me dieron nauseas, ahora si quería gritar pero sus labios no me dejaron. Ya no eran gentiles, eran rudos, tomaron mi boca y empezaron a succionar, mi corazón empezó a subir por mi garganta por tirones fuertes de su lengua. Sentía el sabor de la sangre en mi boca, quería gritar muy fuerte, que terminara ya. Los latidos de mi corazón estaba disminuyendo, todo lo que sentía era dolor, mi mente se empezó a nublar, luego la oscuridad lo domino todo, ¿así era la muerte? Todo desaparecía. Sentí vagamente como mi corazón llegaba a mi boca, luego a su boca. Y así el beso se termino.

Cayo al piso muerta, sin corazón, el quedo allí de pie, saboreando su bien merecida cena, seguía caliente, pobre chica hasta sintió un poco de lastima por ella, fue fuerte, pero al final todas mueren. Este corazón no le serviría mucho tiempo, máximo dos semanas, luego tenía que alimentarse de nuevo. Dio media vuelta, sin siquiera dedicarle una mirada más a la chica a quien, unos instantes antes, había jurado amor eterno. Se cubrió con una capa negra y se fue caminando por el oscuro callejón, desapareciendo en la oscuridad. La luna salió tímidamente de entre las nubes y baño con su luz a Jess, la joven víctima que mañana aparecería en todos los diarios.