Disclaimer: Los personajes son de mi querida amiga Gidget (¡SÍ! ¡Una amiga en información legal!) y la viñeta es mía.
Claim: Marcos/Julieta.
Summary:Le dolía cada vez que la miraba y comprendía que quizás no era saludable pasar más tiempo junto a ella. Ella no estaba preparada.
Notas: Aquí estoy yo, subiendo un fanfic de Pacto. Un M/J en Marcos POV, que abarca desde el Capítulo 6. Dedicado a Gidget por razones obvias.
Antes de que todo acabara.
Le dolía cada vez que la veía. Era esa certeza de que debía despedirse de ella, de que debía de dejarla ir lejos, era esa punzada en el pecho cada vez que pensaba que se iría y la dejaría sola.
Ella había cambiado, y él también, pero no podía evitar quererla como siempre lo había hecho. Eran sus ojos, su piel y su cabello, era ella lo que él necesitaba.
Le dolía cada vez que la miraba y comprendía que quizás no era saludable pasar más tiempo junto a ella. Quería hacerlo, quería decirle lo que pasaba, pero sabía que Julieta no tendría el suficiente valor para acostumbrarse a la idea.
Ese día cuando fue hasta su casa, a escondidas de su familia, a decirle que no podría acompañarla y ver sus ojos repletos de desilusión por el hecho de que él no estaría junto a ella en la fiesta, ese día descubrió que debía ocultárselo por su propio bien, descubrió que, aunque era una niña fuerte y valiente, no estaba preparada.
—Julieta, te quiero mucho, en serio, quiero que… —le había comenzado a decir, pero simplemente no podía. No podía.
—¿Qué?
—No importa —dijo, y estaba seguro de que Julieta percibió el tono amargo en su voz.
—Dime —le insistió la chica. Y entonces decidió que las palabras no serían suficientes.
Se acercó a ella, disfrutando de su cercanía, y colocó las manos en su espalda. Se sentía bien, por una vez en mucho tiempo tuvo esperanzas, y rozó sus labios a los de ella. El toque envió miles de descargas por sus venas, corriendo por su sangre y ese calor especial en su corazón. Era como si le hubiera besado el alma y no los labios.
Cuando se separó lo único que puedo hacer fue disculparse. Se disculpó más allá del hecho de haberla besado, se disculpó por permitir acercarse tanto en ese momento.
Se disculpó por lo que aún no había hecho.
* * *
Intentó que no le doliera. Intentó que no le calara hasta lo más hondo lo que había escuchado, pero no pudo evitarlo.
Julieta se había besado con otro chico.
Se suponía que debía de estar tranquilo, ella seguiría su vida, aún cuando él no estuviera para ella. Se suponía que no debía sentir esas ganas de llorar tan intensas y que debía mantenerse firme en que eso era lo mejor, pero no podía.
Sólo pudo irse sin mediar palabra.
* * *
Esa mañana la encontró junto a Tatiana, y reunió el valor suficiente para hablarle.
Le desnudó su alma y le explicó de todas las maneras posibles lo mucho que la quería. Le contó que le dolía más el hecho de que quizás no podría hablarle más (no más, porque ya no estaría), que el hecho de que ella hubiera besado a otro.
Esa tarde caminó junto a ella, disfrutando de su presencia y de las bromas que se hacían desde siempre. Nada parecía importar, se había olvidado de todo, se había olvidado del profundo dolor en su cabeza y de que le quedaba poco tiempo.
Hasta que llegó a la casa de Julieta, y en medio de la despedida sintió cada vez más fuerte el dolor.
En ese momento se dio cuenta de que quería besarla. Sentía que debía besarla. Y así lo hizo.
Junto sus labios de manera dulce y delicada, disfrutando de las miles de descargas que lo recorrían. Suspiró entre el beso, se deleitó en los labios de Julieta y sintió que todo estaba bien, (todo, excepto él). Un estruendoso trueno provocó su separación, y sintió como si no fuera a tener una nueva oportunidad para besarla.
* * *
Cada vez sentía la debilidad apoderarse de él. Sentía como las fuerzas se le extinguían y podía asegurar de que no le quedaba mucho tiempo.
(Podía asegurar que le quedaba poco).
Ese día decidió que era tiempo de contarle la verdad a Julieta, pero no se esperó que ella fuera la encargada de llevarlo lejos de la vida.
No fue capaz de imaginar lo que ella debía de sentir.
Discutió con ella durante largos minutos. Tal como había pensado, ella se rehusaba a aceptarlo, a pesar de que ya lo sabía desde antes.
Le dolía ver el dolor de Julieta reflejado en su mirada, le dolía el saber que le quedaban minutos de vida solamente.
Se levantó y tomó la mano de la única chica que amó, se acercó a ella y le besó en la frente, intentando no prologar el momento (sin lograrlo).
Y entonces ella lo dijo, dijo las últimas palabras que él escucharía de sus labios.
—Es tu hora —murmuró y un estremecimiento la recorrió.
—Está bien —contestó, sonriendo por última vez. Cerró los ojos y sintió una fuerte punzada en la cabeza, la más fuerte hasta el momento.
Se sujetó del pupitre y sintió la sangre abandonar su rostro. Se desplomó en el suelo, y su último pensamiento fue «Sé feliz, Juli. Sé feliz sin mí» antes de que todo acabara.