ELLA ESTABA MUERTA
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Paul caminaba después de salir a la Universidad hacia la parada de autobuses; ese día se había tenido que quedar hasta muy tarde debido a una clase especial. El cielo ya estaba oscuro y el frío del invierno se hizo sentir en forma de un débil pero constante soplido del viento.
Cuando el llego a dicha estación, se percato que una joven mujer se encontraba llorando en uno de los asientos de la parada; el trato al principio de ignorar aquel hecho, pero no pudo más, y su instinto compasivo le termino por ganar.
-Disculpa ¿te encuentras bien?- pregunta Paul
Aquella mujer se limpia un poco el rostro de aquellas lágrimas y trata de calmarse antes de poder contestar.
-Si, estoy bien, es que…tuve un mal día…-
Paul observo aquella mujer: era increíblemente hermosa, con una piel blanca, etérea, como si fuera de otro mundo; un cabello negro azabache largo y sedoso, ojos grises, fríos y claros, y unos labios rosas y carnosos, tentadores. Sin duda, una fémina de apariencia increíble, como si hubiera sido sacada de un cuento de hadas, y Paul trato de entender el porque una mujer así estaría llorando, sufriendo.
-¿Segura que estas bien? ¿Te puedo ayudar en algo?-
-Bueno, si…no conozco muy bien este lugar ¿me puedes ayudar a encontrar mi casa?-
Paul lo pensó por un momento: -¿Bueno, donde vives?-
-Vivo en St. Ferdinand…-
Paul conocía ese lugar; una colonia de clase media alta, de gente "bien", y había pasado ahí en un par de ocasiones; aun cuando era tarde y deseaba llegar a casa y dormir, Paul sabía que no podía dejar a esta mujer por su cuenta en un lugar que ella desconocía
-Conozco el autobús que te lleva hacia ahí, si quieres, te puedo escoltar.-
-¿Lo dices en serio?- Ella le responde con una voz un poco más animosa.
-Por supuesto.-
Aquel autobús arribó y Paul le pago su boleto, pues ni siquiera tenía dinero consigo, y la escolto; sabía que la ruta lo desviaba mucho de su hogar, pero la satisfacción de ayudar a una joven era un buen consuelo; y durante el camino, Paul contó un par de chistes para animar a su compañera. Poco a poco, aquel rostro entristecido cambio a un semblante mas alegre, para satisfacción del joven, quien aprecio en aquella cara llena de ánimos una belleza aun más impresionante.
Llegaron hasta su barrio, y Paul siguió con ella hasta estar completamente seguro que llegara a la puerta de su casa. Esta era una enorme, casi como una mansión, no cabía duda que esta mujer era de una familia muy adinerada.
-Bueno, gracias por acompañarme…en verdad, espero no haber sido una molestia…- Ella menciona.
-No, no, ni te fijes: fue un placer…y por cierto…no te he preguntado tu nombre…-
-¿Mi nombre? Violeta- Ella responde con la mas gentil de las voces ¿Y el tuyo?-
-Paul…-
-Bueno Paul, gracias otra vez…- Comenta la joven para luego darle un tierno beso en la mejilla; Paul se queda un poco estupefacto y atontado, pues el solo rose de su rostro con esos suaves labios, era mas que suficiente para sonrojarlo.
Pasa una semana, y Paul aun esta un poco pensativo respecto a aquella joven, Violeta, y decide volver a verla…ya saben, para saber como esta y todo eso (la excusa perfecta, o bueno, al menos eso era lo que el pensaba)
-Disculpe… ¿Se encuentra Violeta?- Pregunta un Paul nervioso a un hombre mayor, de traje y canoso.
-¿Violeta…? ¿Violeta Dawkins?-
-Bueno, no se realmente su apellido, pero ella ¿Cómo esta? ¿Esta bien?-
-¿Es esto una mala broma jovencito?- Responde con toda seriedad aquel sujeto.
-¿Por qué? ¿No vive aquí?-
-Ella vivía aquí, pero…-
-¿Qué pasa?-
-Violeta era mi hija, pero ella murió hace más de cuatro años…-
Y el joven Paul se quedo frío, asustado e incrédulo; aun sin poder concebir lo que escuchaba, el sentía que tenía que haber una explicación lógica.
-¿Pero como puede ser? ¿Esta seguro que es ella? Ya sabe, cabello negro, ojos grises…-
-Joven, yo conozco a mi hija…-
Miedo, temor, horror; tremenda "variedad" de emociones ¿Verdad? Eso es lo que pasa cuando uno se adentra, en la dimensión desconoci…
Esperen, es broma: esto fue lo que en verdad paso:
-¿Quién era papá?- Pregunta Violeta cuando ve a su padre cerrar la puerta.
-Eh, nadie…-
-Papá…¿No has estado alejando chicos otra vez con esa maldita broma de mi muerte, verdad?-
-Um…no…-
FIN