Habían sido liberados por Moisés; ya no sufrirían la cruel opresión de sus amos egipcios, del trabajo duro que poco a poco los consumía y los llevaba a su destrucción, pero ahora tenían un enorme reto por delante, y por "reto", quiero decir "cruzar un maldito desierto".

— ¡Estoy tan cansado! —Exclamaba Eloy, un hombre mayor mientras se aquejaba de un dolor en su pierna — ¿Cuánto tiempo llevamos en esto?

—Cuarenta de los años más arenosos y secos de mi vida…— Le respondió su esposa, Ruth, harta de las quejas de su marido, pero que no podía negar que ella misma tenía las suyas.

Moisés sabía que esta situación estaba a punto de reventar; literalmente, miles de personas que no se soportaban con tierra hasta en los calzones.

— ¡Moisés! ¿Por qué eres tan necio? — Una joven le preguntó — ¿Por qué no solo pediste direcciones a los hicsos de la esquina?

— ¡Porque no estamos perdidos! ¡Sé dónde vamos!

— ¡Que terco! ¡Eres como todos los hombres!

Y no era la única; Moisés podía escuchar los clamores y los quejidos de su pueblo recorriendo de oreja a oreja y de esquina a esquina.

— ¡Quieren callarse! ¿Qué coño les pasa? ¿Acaso olvidan lo que nos espera? ¡La tierra de la leche y la miel! — Gritó dirigiéndose a su pueblo.

— ¡Pero yo soy alérgico a la miel! ¡Y mi hermano Ismael no tolera la lactosa! — Una persona gritó a la distancia.

—Tenía una buena vida en Egipto…— Moisés se dijo a si mismo, a sabiendas que ahora ya no podía dar marcha atrás.

—Disculpa, Moisés…—Una joven tímidamente se dirigió hacia el profeta.

— ¿¡Qué!?

—Sí, bueno, es que, mira…— La joven tartamudeó y se mostraba indecisa al momento de tratar de articular sus palabras.

— ¿Qué pasa ahora? Si es por lo de la arena, no se quejen: yo también la sufro, digo, tengo arenas hasta en los…

—No Moisés, es que…creo que veo la Tierra Prometida…—

— ¿Qué? ¿Cómo pudiste?

—Quizás sea la tierra con ese enorme letrero de Neón que dice "Tierra Prometida: Hay Vacantes".

Moisés volteó hacia su izquierda y lo logró ver; quedó sorprendido con ese hermoso paraíso al alcance de sus pasos.

— ¿Cómo no viste eso, Moisés? — Un niño le preguntó

—Es la última vez que le compró un mapa a un fenicio…— Moisés se lamentó.

—En serio Moy ¿cómo no viste eso? ¿Cuándo vas a entender que a tu edad necesitas lentes? — Una mujer con su niño en brazos le cuestionó.

— ¡No necesito lentes! ¿Y por que ni dijeron nada?

— ¿Qué esperabas? ¡Tú eres el profeta! Solo te estamos siguiendo…

Discusiones aparte, los hebreos eventualmente se dirigieron hacia la Tierra Prometida.

— ¡Bienvenidos a la Tierra Prometida! — Les dijo un tendero dándoles la bienvenida a sus territorios — ¡El lugar de las profecías para el pueblo de Di-s a los precios más accesibles! Con créditos razonables para el errante moderno; solo recuerden hacer fila y si quieren tener perros, gatos u otras mascotas, solo hablen antes con los administradores ¡Pasen y disfrútense!

— ¡Muy bien Hebreos! Este es el fin de nuestra expedición; mostremos civilidad y pasen sin empujar.

Y a paso apresurado los hebreos arribaron a aquella zona, donde su reino se levantaría, y a los judíos, el pueblo de Di-s nunca más les volvería a pasar nada malo.

FIN

NOTA: A mis amigos judíos y cristianos, felices pascuas.