*'°'° Darling Dreaming Cecilia °'°'*
Una Comedia sobre Romance Adolescente y Depresión Divertida.
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Resumen:
Cecilia es una chica de 17 años que ve sus sueños hechos realidad cuando Nicolás,
el chico que más le gusta en la vida, se interesa en ella después de una noche de "estudio".
Todo parece perfecto hasta que descubre que esta metida en un embrollo gigante: ¡está embarazada de otro chico!
¿Qué hará Nico cuando se entere que Cecilia no era virgen después de todo?
Risas, llantos y depresión cómica se juntan para darle vida a mi primera historia original.
Disclaimer:
Esta es una historia de Alejandra Govea Hernández. (Lo digo sólo para mencionar mi nombre, no creo que alguien se la robe)
*'' Uno ''*
Introducción al Amor
Sé que debería estar aburrida.
A estas horas tendría que estar dormida o viendo alguna maratón de alguna serie policiaca mientras espero que Andy llegue por mí. Habíamos quedado para ir al cine, se muere por ver la película de moda. Pero no, heme aquí, en casa de Nico haciendo una reseña sobre la extraña vida de Salvador Dalí. No todo esta tan mal, debo admitir.
La compañía es agradable, demasiado agradable.
No estoy segura si son mis hormonas o el hecho de que Dalí me parece un anciano bien conservado, pero no puedo dejar de ver a Nicolás. Me ha recibido después de levantarse muy tarde este sábado.
Mientras él investiga en la internet, descubro que la cara que pone cuando esta pensativo es la más sexy que tiene. Le gana por mucho a todos aquellos gestos suyos.
Es digno de verse, incluso de tocarse y lo haría si pudiera. Con mis dedos repasaría el contorno de sus ojos, también las ojeras que se le dibujan en estos momentos. No entiendo como la idiota de su…bueno, lo olvido, no quiero pensar en ella.
Con toda la confianza del mundo me recuesto en su cama sintiéndome afortunada de haber llegado tarde el día que se asignaron los equipos en el taller de Historia del Arte. Juro que sí, de lo contrario, no estaría en la habitación de Nicolás Cortés, la persona más genialoza del mundo.
—¿En qué piensas?— pregunta él sin despegar los ojos de la pantalla, ahora busca en otro sitio web.
—En nada— sonrío.
Si, tal vez Nico no es tan popular como los chicos que salen en las películas que son capitanes del equipo de lo que sea en la escuela. Más bien, es famoso entre aquel reservado grupo de tercer año que lo conocemos por ser muy simpático, inteligente y caritativo. ¡Y cómo no!, había organizado él solo la maratón de Los Simpsons para juntar dinero y regalar comida a varias instituciones.
Repaso una a una de sus maravillosas y extrañas cualidades hasta que recuerdo un pequeño detalle, uno que me molesta bastante desde hace algunas semanas: su ex novia. Probablemente el único defecto que tenga.
¿Cómo he podido olvidarla? Si su foto aún yace pegada al espejo del cuarto de Nico.
Claro, no puedo negar que Rebecca Mejía es demasiado guapa, de hecho, me siento tentada a buscar su foto en el diccionario para comprobar que no aparece al lado de la palabra Lolita, ya saben, por la actitud seductora y la forma de hablar. Pero con todo eso, debo admitir que es buena persona, un poco hipócrita y manipuladora si me preguntan pero nunca se ha metido conmigo. Incluso he charlado con ella en el baño de la escuela por lo que siento que no tengo nada en su contra, excepto solo su relación pasada con Nico.
Pero bueno, dejemos a un lado el hecho de que él sigue pensando en Becky. No quiero ponerme de mal humor cuando estoy tan contenta.
Después de un rato, miro mi reloj: van a ser las siete de la tarde y no hemos terminado el trabajo. Nicolás se la ha pasado contándome chistes o preguntándome cualquier cosa de la escuela —también jugamos Rock Band un rato— y eso nos ha atrasado demasiado. Puedo justificar fácilmente la pérdida de tiempo: cuando tienes una fijación romántica como la mía eso no te importa, nada más que el objeto romántico esta a nuestra vista. Juro que puedo estar enclaustrada en su cuarto respirando el olor de su perfume por mucho tiempo, convirtiéndome encantada en uno más de sus muebles y artículos de colección.
—No sé tú pero yo me muero de hambre. ¿Te parece si ordenamos una pizza? O ya sé: podamos salir a comprar unos tacos — me dice bostezando —Yo invito— me toma de una mejilla y la aprieta con la misma fuerza de una abuela besucona.
El departamento de electricidad de mi cuerpo comienza a trabajar por su toque como muchas veces antes. Es ridículo lo que él me provoca, tanto así que estoy dispuesta a pedirle que se aleje de mi piel a una distancia segura. Obviamente pensará que soy una loca psicótica que no debe ser tocada casualmente por el hombre de sus sueños.
Me calmo al pensar que así es Nico, su aire cálido se hace presente con todas las personas que lo conocen y lo tratan a diario como yo. Él es como un pequeño planeta y todos orbitamos a su alrededor. Sé que sólo soy satélite más. Por eso no me hago ilusiones románticas más serias, me limito sólo a encerrar nuestros nombres en un corazón secretamente.
Luego de unos minutos de charla comienzo a pensar diferente. No debería pensar en Nico más que como un amigo pero, casualmente él vuelve a tocarme sin pretexto alguno.
Se sienta conmigo en la cama, fastidiado por el trabajo. Toma un mechón de mi cabello y se improvisa un mostacho con el mismo.
—Dime la verdad, ¿cómo luzco? — arquea una ceja y luego imita la pose de la fotografía de Dalí en el libro.
Mi cabello es un poco largo, pero aún así, su rostro se acerca a menos de treinta centímetros del mío. Aún puedo oler la esencia del jugo de arándano que ambos tomamos.
—Te ves muy bien, "Nico Dalí" — suelto el mechón de sus manos, mostrándome incómoda por la situación tan penosa en la que me encuentro.
Nicolás sonríe de nuevo levantándose rápido de la cama.
—A veces soy muy tosco— admite y luego torpemente...—Es más, déjame acomodar tu cabello—
Él toma de nuevo el mechón colocándolo detrás de mi oreja, sonriendo cuando ve el color rojo de mis pómulos. Me siento tan estúpida por sonrojarme en aquel momento, nunca lo hago y esta situación no es la mejor para comenzar.
Por alguna razón extraña, Nicolás se sienta de nuevo muy cerca de mí, lo cual me pone súper nerviosa. Seguramente el muy bastardo sabe que me siento ligeramente atraída por él desde…bueno, básicamente desde que lo conozco.
Sólo había algo que podía calmarme en aquel momento. La receta estúpida e infalible para los nervios según Cecilia:
—Popó de perro— digo rompiendo el hechizo de sus ojos.
— ¿Popó de perro?—
¿Lo ven?, les dije que era algo estúpido.
—Cuando estés nervioso hasta la coronilla, repite una palabra asquerosa y de mal gusto. O algo así, ya se me olvidó porque dije eso en primer lugar— hablo por hablar.
Mierda. He pensado en voz alta, muy alta y la sonrisa en el rostro de Nico me comprueba que efectivamente la he cagado. Espero que en este punto Nico ya se haya acostumbrado a mi boca que a veces dice estupideces y otras, suelta groserías como marinero de agua salada (En algunos ratos, soy peor que el mismísimo Jack Sparrow)
Gracias al cielo, Nico se limita a sonreírme.
—Eres adorable Cecilia. Contigo, hasta la popó de perro lo es—dice antes de levantarse nuevamente de la cama.
¡Alerta de cumplido! O al menos eso creo. Ahora si debo de sonrojarme, pero me pregunto: ¿seré adorable como Ricitos de Oro?, ¿adorable como un bebé? Si fuera así, ¡qué aburrido!
—Bueno, tú también lo eres. Me refiero a lo adorable, no a la popó— digo rápido, casi no quiero que me escuche, pero lo hace.
Él se pone de cuchillas enfrente de mí tratando de asimilar mis palabras.
— ¿Piensas que soy adorable? — pregunta.
Uy. Veo venir un momento del cual me puedo arrepentir o recordar para siempre. Estoy segura.
—Sí, ya sabes. Eres buen niño y todas esas cosas geniales— me trueno los dedos esperando que me corra de su casa pero no lo hace, simplemente sonríe un poco—Si, eres genial—vuelvo a repetir.
Se siente tan bien decirlo ya que de hecho, ni siquiera mis mejores amigos están al tanto de mi interés por Nico. Los conozco, son sumamente chismosos y comunicativos, lo que menos necesito es que también se metan en mi vida romántica.
—Por eso me caes súper bien, ves en mi lo ni siquiera yo veo— me toma de la mano—No eres como Rebecca que piensa que soy un mal hombre, porque, si sabias que por eso me dejó ¿no? Por eso me engañó con otro—
¿Engañado?
—¿Becky te engañó?— pregunto con asombro.
—Si, por eso corté con ella—dice apesadumbrado.
Eso apesta pero, en verdad que yo no sabía de nada. Esta no es la plática romántica que me esperaba exactamente después de tomarle las manos, seguro que Nico no tarda en gritar "¡Becky, regresa a mí!" de forma dramática. Hablar de su relación con ella era lo último que quería en ese momento, pero quiero seguir siendo "adorable" para Nico y trato de seguirle el juego de psicóloga de pacotilla y su paciente.
—Si ella te engaño es porque es una hija de...bueno, entiendes el punto, ¿no? No eres exactamente un mal hombre Nicolás. Es más, técnicamente ni siquiera eres uno, ¿cuántos tienes?, ¿dieciséis, diecisiete años —
—Dieciocho— admite.
Creo que sí, casi está a punto de ser hombre según los libros de biología.
—Como sea, la edad no importa en el amor, tal vez la madurez un poco pero no me hagas caso, no tengo experiencia en ese ámbito. Además, no conozco su relación con profundidad— continua escuchando atento, casi como presenciando una cátedra en la Universidad Nacional —Se ve que eres atento con ella o más bien, con las mujeres en general. No eres patán como muchos que conozco sino al contrario, eres un caballero en toda la extensión de la palabra. Además, creo que Rebecca no se puede quejar de haberte tenido como novio: eres el más guapo de la escuela y todas nos morimos por ti—
¡Ups! Esa última se me ha escapado sin remedio.
Quisiera echar todo atrás y no haberlo dicho, pero lo olvido cuando veo que Nico se acerca a mí. No creo que vaya de nuevo por mi cabello porque sus manos toman mi rostro delicadamente. Me mira pensativo, como si estuviera decidiendo si cortar el cable rojo o el negro para evitar que explote una bomba. No quiero ser un cable, yo quiero ser la bomba.
Sus ojos se posan en mi boca, mientras se acerca cada vez más, su aliento me pega en los labios hasta que finalmente...
¡Bam!.
Me besa.
Algo dentro de mí estalla sin remedio. Después de todo, la bomba si hizo explosión.
Primero me da un pequeño beso de prueba para ver si no me retiro, se parece demasiado a mi primer beso a los cinco años. No pongo objeción alguna así que Nico continúa con otro y uno más. Él cierra los ojos mientras mueve sus labios contra los míos.
Yo no hago lo mismo, sino que me mantengo con los ojos bien abiertos como una loca. ¡Wow! Nicolás me está besando y sólo por haberle dicho adorable y popó en una misma frase
¿Qué pasará si le digo que es un sueño?
¿Me besará más o menos?
¿Se fijará más en mí y luego, nos daremos cuenta de que somos claramente el uno para el otro e irremediablemente seremos felices para siempre?
Ni idea, pero no es por nada, veía venir todo esto.
Las miradas que me lanzó la primera vez que lo conocí me lo dijeron y yo, nunca les hice caso.
Luego de un rato, comienzo a besarlo también, he salido de mi estado de shock para tratar de tomar la iniciativa. Lo tomo del cuello para atraerlo más a mí, no me importa verme efusiva porque así me siento. Me siento genial, me siento grande y muy madura por alguna razón.
Es como en las películas, en serio, solo falta la música cursi de fondo.
Yo soy la que doy paso a los besos franceses y lejos de representar el final de la sesión por la seriedad que eso implica, Nicolás la continúa con mayor entusiasmo. Su lengua suave de sabor arándano recorre la mía de manera deliciosa, haciendo que mi cuerpo se erice de pies a cabeza. Sus brazos me sujetan sutilmente, haciendo una especie de prisión entre su cuerpo y la cama.
A pesar de que comienzo a temblar de los nervios, esto es lo mejor de lo mejor. No, borren eso, esto es lo máximo.
Por eso me relajo un momento sin pensar en nada más. Ni la madurez, ni la película, ni Dalí me importan ahora que de la nada, estoy con Nico de la manera que siempre soñé dormida, despierta o una combinación de ambas.
Soy sumamente torpe para besar a comparación de él pero no me importa.
Simplemente planeo disfrutar de los besos de Nicolás Cortés pase lo que pase.
Hola Pequeños Soles Misteriosos! Esta es una historia a la que yo he calificado de rosa y "teen" en más de una ocasión, pero hablando con algunos colegas escritores, me he dado cuenta de que al menos es "buena". No pretendo que sea vista como mi obra maestra, sino que quiero contar historias de la gente que ha forjado mi carácter. Maravillosamente mediante la publicación en esta página me he dado cuenta de que no sólo son historias mias sino que las personas que la leen han llegado a identificarse con los personajes y las situaciones que estos viven. ¡Vamos! todos fuimos adolescentes alguna vez y de alguna manera superamos esa etapa, así que este es mi intento por tratar de terminar de cerrar la mía. Espero al menos sacarles una sonrisa, es todo lo que pido a estas alturas XD
Unanse al círculo de amor y descubran que...¡bah! lean y ya ;)
xoxo
Ale