Smile.

"El amor perfecto es el de un padre a un hijo".

El tiempo ha pasado demasiado deprisa y lo sabes. Ahora la ves vestida de blanco, con las mejillas ruborizadas y una sonrisa en los labios. Está hermosa mientras baila al compás de una melodía que sale de su garganta. Y mientras te acercas a ella dejas que tu mente viaje hacia atrás, allí donde ella tan solo era una niña caprichosa y consentido por su papa; por ti.

Recuerdas la primera vez que la tomaste entre tus brazos, tan pequeña y delicada como una flor. También aquella vez que la llevaste a montar a caballo, los llantos y el escándalo que montó cuando el animal comenzó a caminar; estaba aterrada. Recuerdas sus primeras palabras, sus primeros pasos, el amor que te embriaga cuando la tienes cerca.

Y cuando cumplió los 16 años te diste cuenta de que cada día se parecía más a su mama. Recuerdas la primera vez que se enamoró, el odio que sentiste por aquel chico del cual ni recuerdas el nombre cuando le rompió el corazón y le hizo llorar.

Ahora querrías odiar al chico que la va a arrebatar de tu lado en pocos minutos, su futuro marido. Pero no puedes. Porque des de que tu pequeña nenita lo conoce la ves feliz como nunca, y eso, aunque no quieras admitirlo, te alegra.

Y por todo eso quieres sentirla una última vez. Porque después de la boda no sabes que pasará, pero tampoco quieres averiguarlo, te hace demasiado miedo descubrir algo por lo que no estés preparado. Tan solo quieres rozar su piel y sentir su aliento contra la tuya, como cuando era pequeña y la arropabas antes de ir a dormir.

Antes de tomarla entre tus brazos dudas. Quedan pocos minutos antes de que ella cambie su apellido y no sabes como "despedirte". Finalmente lo haces, la abrazas dulcemente y presionas tus labios contra su cabello. Su perfume te invade y cierras los ojos impidiendo que el reflejo de tus ojos te delate ante ella. Y la presionas con fuerza contra tu pecho mientras ella apoya su rostro en tu hombro. La vas ha echar mucho de menos.

-¿Te hace él feliz?- murmuras aún con ella entre tus brazos, sin dejarla ir. Primero necesitas que te conteste.

-Si, papi.- sonríes. Hace mucho que no te llama así.- Lo quiero mucho; lo amo.

Escuchas que alguien toca con levedad la puerta y sabes que ha llegado el momento. Pero aún no puedes dejarla ir, tan solo necesitas unos segundos más para asegurarte que estará bien.

-Me alegro, cielo. Mi nena querida.

Entonces no te queda más remedio que dejar al enojo y a los celos de lado; no dejas que el dolor se refleje en tus ojos y acentúas tu sonrisa. Dejas que ella se deshaga por fin del abrazo y notas sus labios cálidos en tu mejilla.

-Y a ti te adoro, papa. - masculla antes de girar sobre si misma y mirarte de nuevo.- ¿Estoy guapa?

-Si, estás perfecta.

Camina hacia la puerta y te lanza una mirada de complicidad. Después te alarga la mano y te sonríe con más intensidad. Y te das cuenta de una cosa; a pesar de los años su sonrisa sigue siendo la misma.

-¿Me harías el honor de acompañarme al altar?- pregunta.

Y aunque duele mucho, tomas su mano. Sabes que las estas perdiendo; no, la estas dejando ir.

-Por supuesto.- contestas finalmente.

The end.

Nota: Cuando escribí esto me inspiré un poco en una canción que descubrí hace poco. Se llama "Butterfly kisses", y es de Bob Carlisle. Es realmente buena, la recomiendo al 100%. Bueno, ahora solo necesito que me digan que les ha parecido... :p

PD: También lo he publicado en el foro de pink-limonade bajo el mismo nombre.