El último día de vacaciones había llegado finalmente, y el pueblo de Victoria Beach estaba finalmente desierto: atrás quedó la vibrante vida y algarabía juvenil que tanto caracterizan a esta comunidad en el verano.
Las calles, hace unos días aun rebosantes con paseantes recorriendo los bares y los clubes, estaban vacías; las playas, que solían están verse con gente sonriendo, nadando y retozando, ahora estaban solitarias, con solo la basura y los indicios de fogatas que los locales deben limpiar.
Y para Hayley, eso significaba una cosa, aparte claro, tener que prepararse para volver al recinto de estudios como todos los años: los chicos, mas importante aun, las chicas que trae el verano ya no están, y Conrad ahora estaría solo para ella.
¿Quién es Conrad? El hijo de un par de bohemios que pusieron un club en la playa, y el objeto de deseo de Hayley desde que esta tiene memoria. No era solo algo platónico como la típica infatuación que muchos de nosotros sufrimos en esa edad tan confusa; ambos habían crecido juntos, conociéndose desde antes aun que entraran al jardín de niños.
Una amistad normal, o eso pareció hasta hace un par de años, cuando Hayley por fin se percató de algo: ella gustaba de Conrad, y mucho, y deseaba pasar todo su tiempo con él, compartir sus secretos y que él compartiera los suyos a su vez, pero maldita timidez e inseguridad, siempre impidiéndole siquiera tocar el tema ¿Por qué uno tiene que sentir la mayor necesidad de expresar lo que uno siente desde lo más profundo de su alma justo en la edad en la que el solo hecho de verte con tus padres en la hora equivocada en suficiente causal de vergüenza?
Contradicciones de la vida aparte, Hayley también sabía que, aun en el caso de poder expresar sus sentimientos, sus personalidades chocaban mucho, pues Conrad tenía una visión de la vida muy opuesta por decir lo menos.
Relajarse, seguir el momento, disfrutar del hoy; pseudo-filosofía que debió aprender en su preparación para ser instructor de surf que nadie mas allá del sur de California podría creer; no, a Hayley no le gustaba esa actitud: quizás ella era demasiado estirada, nerviosa, obsesiva, o todas las anteriores, pero gente así sencillamente la sacaba de quicio…
…y aun así, a pesar de todo, no podía repeler sus sentimientos; "los opuestos se atraen", dicen muchos, pero también dicen que el limón cura el cólera, y no necesariamente es cierto.
Entonces ¿porque no podía dejar de pensar en él? ¿Acaso era ella demasiado orgullosa? Quizás; las personas tímidas en muchas ocasiones, tienen el ego más grande que lo se aparenta a simple vista, y al final, el orgullo excesivo es otro modo de esconder la inseguridad.
Pero quizás lo que más le molestaba, fue el hecho que Conrad no era nada feo; no es que sintiera que estuviera "mal" el sentir algo de atracción física, no, ese no era el problema…el detalle era que Conrad estaba en una posición que muchos chicos de su edad (y de no tan su edad) envidiarían: enseñando surf a muchas jovencitas, y aunque en papel él era instructor para quien sea que lo deseara, no tomaba demasiado tiempo notar el patrón de sus alumnas: joven hermosa tras joven hermosa, que no podían sostener una maldita tabla de surf y aunque se las graparan, pero…¿acaso importaba? El punto era estar con el instructor.
¿Por qué no hizo nada? Bueno, quizás porque al igual que el resto del pueblo, la temporada de verano distaba mucho de cualquier tipo de descanso: todo puesto, todo bar, toda tienda trabaja horas extras, con los negocios familiares en la primera línea, y la tienda de deportes de la familia de Hayley no era la excepción; ambos se veían poco o nada, al igual que los demás chicos locales. El inicio de clases en todo caso era el verdadero descanso para ellos.
Hayley dio una caminata aquella tarde-noche en las calles del pueblo; tranquilidad y nada más, y poco a poco el fulgor de las estrellas sobre ese cielo completamente limpio y despejado gobernó el cielo de Victoria Beach; era quizás la primera vez que Hayley lo podía apreciar, y su caminar la llevó hasta la playa.
— ¿Algo distraída no? —Hayley escuchó de la voz de Conrad; el estaba ahí, sentado sobre una roca; ella ni siquiera se percató de su compañía.
—Sí, bueno, es que es cierto lo que dicen del pueblo: las estrellas aquí son hermosas, solo que ya sabes…uno puede vivir toda su vida aquí y nunca te das cuenta hasta que viene alguien de afuera y lo señala.
Hayley se percató inmediatamente de lo nerviosa que su voz había sonado.
— ¿Estas nerviosa por algo? —Conrad le preguntó
—No es nada…
Hayley tímidamente tomó asiento sobre otra roca junto a Conrad, mientras este solo le sonrío efusivamente.
— ¿Qué tal tu verano Hay? —Conrad le dijo usando ese diminutivo que ella solo aceptaba de sus labios.
—Como baño en festival de rock: ocupado todo el tiempo… ¿Y qué tal el tuyo?
—Igual.
—Sí, ya me di cuenta de eso…—Hayley dijo con cierta amargura, recodando todas esas jóvenes que coqueteaban con Conrad.
— ¿Pasa algo?
—No…no ¿Por qué preguntas?
—Se que no hemos pasado tanto tiempo como deberíamos, pero ya sabes cómo es esto: el verano llega, y trabajamos hasta que el último chico ebrio abandone el pueblo.
—Sí, bueno, es que…
— ¿Si…?
—No…nada…
—Comprendo… ¿es justo lo que estoy pensando no?
— ¿De qué hablas? —Hayley preguntó nerviosa, y es que por un momento le pasó la idea por la mente de que si ella eran tan obvia, y sus sentimientos por su amigo, tan evidentes.
—Hayley, lo es desde hace un tiempo, algo entre nosotros ha cambiado…
— ¿Es acaso tan…obvio?
—Dímelo tú: eres LA que lo ha deducido…
—Sí, es que…momento ¿de qué habla?
—Hay, tengo que confesarte algo—Conrad dijo en un inusual tonó solemne para el chico—desde hace un tiempo para acá, siento algo por ti…algo romántico…
— ¿¡Que dices!? —Exclamó Hayley impactada.
—Me gustas mucho Hayley, y no he podido ocultar mis celos…
— ¿Celos? Ahora si dibújamelo porque ando bien perdida…
— ¡Vamos Hay! Eres una chica hermosa y vivaz, atendiendo una tienda de deportes con chicos foráneos atractivos yendo y viniendo y…eso me hizo sentir un tanto celoso…
— ¿Chicos atractivos? —Dijo Hayley con extrañeza, dado que, en todo caso, su percepción había sido la contraria.
—El detalle es que empecé a sentir algo por ti, y no supe lo que era hasta que comencé a sentir esos celos…Hayley…yo te…
Antes de que pudiera terminar, Hayley se dejó llevar por el momento, y plantó un beso en los labios de Conrad en un momento lleno de magia.
Era extraño, al menos para ella, y no sabía como había ocurrido, pero su mente inexperta no notaron lo que los de alguien con más experiencia en el amor si podría: ambos solo tenían ojos para el otro, y simplemente ignoraron a los demás, no ha propósito por supuesto…simplemente, no había lugar para nadie más en sus mentes, y menos en sus corazones.
A pesar de los celos, inseguridades y trabajo hasta tarde, fue un gran verano…