Hola a todos, lo primero que me gustaría explicar es que esta historia tiene relación con una canción que me cantaron. Tal vez alguno de vosotros la conozca, ya que es la típica que se suele cantar en los campamentos. De hecho, a mí me la enseñó una amiga cuando estábamos de excursión con el colegio en París (maravillosa ciudad). Era de noche y paseábamos por el río Sena en un barco. Estábamos con unas cuantas amigas más, y una de ellas se emocionó tanto al escuchar esta letra que acabó llorando.
Para mí esta canción es ya muy especial, porque me recuerda los maravillosos días que pasé con mis amigas en Francia. Uno de los mejores viajes de mi vida. La canción tiene unas ocho estrofas. Así que, mi idea es describir una pequeña escena con cada una de ellas e inventarme un poco la historia detrás de esta canción.
El título de la canción es "Mi amigo José" y, como no sabía como mejorarlo, utilicé eso para el título de la historia. Sin embargo, gracias a Lusy san, tengo otro título que me gusta bastante más. ¡Suena muy bien! Gracias.
Después de decir estas cosas, os dejo con la historia, espero que os guste. Si es así, decídmelo, porque me animaréis mucho a seguir escribiendo. Os lo agradecería mucho.
Paseando por el bosque
Entre flores vi que había
Una carta ensangrentada
De cuarenta años hacía.
Después de tantos días posponiendo la excursión por culpa de mis queridos amigos, finalmente pasé de ellos y me fui yo solo. Llevaba semanas diciéndoles de ir a ese fantástico bosque del que me habían dicho que era muy agradable. Me habían puesto todas las excusas posibles: exámenes, cumpleaños de familiares, aniversarios con la novia,… Había tenido mucha paciencia con ellos, pero ya me había cansado. Ni yo mismo entendía realmente por qué, pero había algo que me impulsaba a visitar ese sitio del que sólo me habían hablado una vez.
Por fin, ahí estaba y era realmente maravilloso. Me hacía sentir cierta paz. Y eso siempre era de agradecer, sobre todo, después de aquel horrible accidente de coche que me privó de mis padres hacía ya dos años.
Durante un instante, pensé que era una pena que mis amigos no hubieran querido venir, pero, justo entonces, recapacité. Ver tanta belleza me hacía sentir que todavía había cosas buenas en un mundo en el que ahora sólo tenía a mi dulce abuela. Era un momento demasiado íntimo como para compartirlo. Además, para mi vergüenza, noté que algo húmedo, caliente y salado mojaba mis labios. Decidido, era mejor que no estuvieran ahí.
Decidí dar un paseo por el camino que bordeaba el bosque y llegar a un inmenso y tranquilo lago azul. Sería un lugar espléndido para descansar y pensar. Era realmente encantador. Todavía recuerdo el olor de los árboles y el sonido de las curiosas ardillas que intentaban ver quien perturbaba la quietud que tanto les gustaba.
Encontré unas flores especialmente bonitas. Eran grandes y exuberantes, salvajes pero elegantes, de un color rojo rubí. No eran rosas silvestres, pues yo ya estaba acostumbrado a reconocerlas. Ese tipo de rosa era muy agradable y desprendía un olor buenísimo, pero no se podía comparar a la belleza de aquellas flores desconocidas para mí. Además, parecía que desentonaban en el bosque, parecía que habían sido colocadas en aquel lugar exacto por alguien, ya que no podía ver más ejemplares por ninguna parte.
Pensé que si cogía una sola flor no haría ningún daño. Se la daría a mi abuela. No se por qué, pero creí que le encantarían, que tendrían algún significado para ella. Cogí una, la más bonita y la traté con mucho cuidado. Era como si algo guiara mis movimientos, por lo que no pensaba lo que hacía. Sólo era capaz de pensar en la cara de alegría que pondría mi abuela al verla y olerla. Después de todo, ella se merecía un pequeño regalo por lo bien que me había tratado y toda la paciencia que había tenido conmigo.
Pero al agacharme a recogerla, vi que había alfo entre las flores. Se trataba de una carta, pero parecía muy antigua. Le calculé que tendría entre cuarenta y cincuenta años. ¡El tiempo que había pasado desde la guerra! De hecho, parecía que había pertenecido a un soldado. Y, además, ¡estaba ensangrentada! Aunque en un primer momento no me había dado cuenta.
Sabía que no debía hacerlo, era una invasión a la intimidad de aquel hombre, pero tenía 18 años, y la curiosidad venció al sentido común. Así que me llevé la carta conmigo y me dirigí al lago. Ahí encontraría algún sitio apropiado para leer las palabras que un hombre había escrito hacía más de cuarenta años. Para desentrañar los secretos que, tal vez, quiso confesar. Pero sus palabras no habían encontrado un lector, al menos, no hasta muchos años después. Quién sabía, ese soldado tal vez ya no viviera.
Encontré un lugar cómodo en el que sentarme a la sombra de un macizo roble y con vistas del magnífico lago, que estaba tan liso que podría parecer un espejo. Dejé la fragante flor en contacto con la hierba, para que descansara entres sus hermanas y no sufriera ningún daño mientras yo hacía mi viaje hacia el pasado.
Si habéis llegado hasta aquí abajo, no os cuesta nada mandarme un pequeño review =) Pero si no, gracias de todas maneras. Ojalá nos veamos en el siguiente capítulo. Un beso. Selenia.