Ausencia de ti.

Cuando la ciudad se cubre de nieve y el frío aumenta de esta manera no puedo evitar recordarlo... recordarlo a usted...

Caminaba decepcionada hacía mi casa preparándome para escuchar a mi madre decir mi nombre completo como si se tratara de una sola palabra; Había reprobado ingles, tendría que presentar el extraordinario, y estaba casi segura de que no sería capaz de aprobarlo. Cursaba tercer año de secundaria, y seguiría cursándolo sino mejoraba mi ingles, quince años recién cumplidos, sin pasatiempos en particular, desde el punto de vista de muchos un fracaso, Elina Claire.

Para mi gran sorpresa mi madre no se molesto por mi nota, pero si hizo algo al respecto, contrato a un tutor personal, recuerdo perfecta mente el día que lo conocí, llegue de la escuela empapada por la tormenta allá afuera, él tenía 25 años, vestía de traje y estaba tomando café con mi madre, era alto y bien parecido, de cabello castaño y sin duda alguna, atractivo. Liam Melker.

—Bienvenida Eli.—Saludó con gran confianza.

—Buenas tardes.—Conteste algo atontada, había olvidado que mi madre lo traería a casa.

—Disculpa, mi nombre es Liam.—Se presentó con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

—Lo sé.—Contesté casi tajante mientras sentía como de mi cabello se derramaban gotas de lluvia y se plegaban con necedad en mi rostro.

—Supongo que sería bueno que te secaras.—Suspiró al hacer su tasa de café vacía a un lado.

—Sí.—Asentí monosílaba agachando la cabeza.—Iré a cambiarme.—Camine unos pasos a un lado de usted percatándome que el aroma del café espresso estaba impregnado en sus ropas.

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Cuando salí ya no estaba mi madre, pero usted seguía ahí.

—Iniciemos.—Indicó señalando una silla a su lado, con una sonrisa que simplemente lo caracterizaba.

—Bien.—Respondí pero esta vez sonriendo, de alguna manera sus gestos me hacían sonreír, desde ese día, el día que lo conocí.

Pasaron varios días en los que diariamente usted estaba en mi casa y de vez en cuando le preguntaba cosas acerca de si mismo pero sólo me permitía hablarle en ingles, podía preguntarle cuantas cosas quisiera siempre y cuando fueran en ingles, eso me motivo, quería saber más de usted.

Un día llegó por mí a la secundaria, era muy bien parecido por lo cual muchas compañeras me preguntaron cosas sobre usted, no les contestaba porque ya para mi era difícil saber un poco, no permitiría que ellas sin esfuerzo lo supieran. Tomé el pretexto de "se molestara si no voy rápido" y fui hacia donde estaba.

—¿Qué hace aquí?.—Pregunté riéndome un poco para no molestarlo.

—Vine por ti ¿qué no es obvio?—Bufó burlón mientras tomaba mi mochila.

—Es raro...— Titubee volteando hacia atrás percatándome de que mis compañeras aun nos observaban.

—¿Qué tiene de malo?—Preguntó con curiosidad esperando una respuesta antes de hacer cualquier movimiento.

—No dije que fuera malo.—Respondí haciendo lo posible por irnos lejos lo más rápido posible.—Vámonos ya.—Le rogué antes de que alguna de esas chicas que lo miraban desde lejos pensara en acercarse.

—Bien.—Contestó ignorando mis motivos, tomó el dorso de mi muñeca y me llevó en la dirección que le pareció.

—Sabe qué vivo hacia allá, ¿verdad?—Aclaré señalando hacia atrás.

—Pero no vamos a tu casa.— Contestó con una de esas sonrisas que tenían el poder de hacerme seder. Simplemente no contesté y lo seguí.

Después de no mucho rato de caminar llegamos a una cafetería, Bella Turchese, no tenía aun un motivo aparente para estar ahí, pero si era usted no podía decir que no.

—Pide lo que gustes.— Exclamó mirando el menú con atención.

—¿Por qué estamos aquí?— Pregunté finalmente tomando el otro menú de la mesa.

—No sé...— Admitió riendo para si mismo.—Estaba cerca de tu escuela y...—Titubeó como si buscara una excusa.

—Esta bien.— Asentí imaginando cosas que yo misma rechazaba a la vez.—Un cappuccino.—Le dije aun sabiendo que ese cappuccino iría directo a la cuenta de mi madre, pero por estar con él un rato, el regaño lo valdría. Llamó a una mesera y pidió un espresso como era costumbre y mi cappuccino.

—Oiga.—Susurré para atraer su atención aunque después me arrepentí y desé que no me hubiera escuchado. Pero me escucho.

—Dime.—Contestó recargandó su mejilla en la palma de su mano.

—¿Tiene novia?— Cuestioné sabiendo que corría el peligro de que la sangre se acumulara en mis mejillas y se percatara de mi sentir.

—Preguntalo en ingles.— Rió evitandó la pregunta; cada vez que intentaba hacer preguntas en cuanto a su vida sentimental me pedía que lo dijera en ingles, y entonces criticaba mi pronunciación y terminaba por no contestarme.

—No estamos en clase.—Respondí fingiendo una media sonrisa con intenciones de no mostrar mi nerviosismo.

—Tienes razón.—Suspiró viendo que no le quedaba mas que responder.—No.—Contestó monosílabo son una sonrisa un poco triste en su rostro. Creo que esa fue la primera vez que hable con usted sobre algo que no fuera ingles.

Recuerdo que me habló de su ultima relación y esta vez no fue complicado hacer que respondiera escuche lo necesario y lo que quiso decir, no pregunte más porque no quería hacer que dijera cosas incomodas por un capricho mio. Para mi realmente era muy importante, en ningún momento lo interrumpí y lo escuche atentamente sin perder detalle, quería saber más de usted, y si me daba la oportunidad no quería desaprovecharla.

Una semana después de ese día presente mi examen de ingles, lo cual significaba no volver a verlo, incluso llegue a considerar reprobar a propósito, pero eso lo decepcionaría, y no sólo a usted, también a mi madre y en parte a mi misma. Pase el examen y usted fue la primer persona en enterarse, me felicito con una amplia sonrisa y se despidió de mí como sino fuera a verme más, lo creí así, pero a la semana siguiente estaba nuevamente a fuera de mi secundaria.

—¿Qué hace aquí?—Le pregunte realmente confundida puede que incluso lo haya ofendido, pero no fue mi intención.

—Vine a verte.—Contestó con simplicidad, como si aun fuera mi tutor de ingles.

—¿Cuánto le pago mi madre por las clases?—Cuestioné asumiendo que su presencia era un encargo de mi madre.

Rió divertido y me sostuvo entre sus brazos.—Nada.—Confezó casi en un susurro.—Ella dijo que necesitabas un tutor y yo me ofrecí.—

Me era difícil entenderlo mi madre no me lo había dicho, aunque ciertamente, jamás dijo que le estuviera pagando.

Ese día volvimos a el café Bella Turchese, usted eligió el espresso de siempre y yo, por curiosidad, también.

El sabor era concentrado y fuerte, prefería el cappuccino pero el aroma del espresso era tan... de usted... que de algún modo me volví adicta, me pregunto si realmente no notó el cambio en mis preferencias, cada vez me inclinaba más hacia usted, sus gustos se volvieron los mios, porque eran un recuerdo de usted, y aun lo son, he dejado las cosas como el piano y el dibujo, pero no el espresso...

Fue en los primeros días de enero cuando estuve segura de que lo amaba con todo mi ser, pero entonces usted decidió irse... tenía que irse a Inglaterra en el primer avión y nada iba a detenerlo, y aunque sabía que me iba a doler lo acompañe hasta el aeropuerto con intensiones de declararme.

—Gracias por venir.—Susurró mientras me tenía en sus brazos como señal de despedida.

—No tiene nada que agradecer.—Titubee conteniendo las lágrimas e intentando torpemente evitar que deshiciera el abrazo, pero igual lo hizo. Dio un par de pasos al frente pero lo detuve jalando de su muñeca.—¡Espere!—Dije más por impulso que nada.

—¿Qué pasa?—Cuestiono al ver que yo no estaba bien.

—...Voy a extrañarlo—Susurre casi a mi misma. Me sostuvo en sus brazos unos segundos más, poso un beso en mi frente y se fue.

Ahora, que el espresso caliente mi alma como usted lo hizo, ese sabor siempre será su esencia para mi, sólo espero que no llegue el día en que tomé el sabor de la fría soledad, fui una verdadera cobarde... por primera vez voy a decirlo, aun sino puedes oírme, Te amo.