HIPSTERZ
LA CHICA DE OJOS VERDES
Casey Katz, 25 años, abandonó la Universidad en su último año, y ahora trabaja como vendedor en una mugrosa tienda de discos que solo los idiotas ricos con fideicomisos compran.
Na, narrar las cosas así sería agotador: la verdad es que Casey soy yo, y bueno, francamente el resto de lo que dije es verdad: abandoné la escuela porque...
...ahí es donde habría una explicación, pero honestamente, no la tengo: traté de encontrar una, pero entre más la pensaba, más me eludía, supongo que en realidad fue solo mi culpa: era un holgazán...soy un holgazán, de otro modo, no trabajaría con...
—¡Casey, muchacho, acomoda esos viniles pero ya!—me gritó mi tió Eric, el único lo suficientemente loco para emplearme, el único lo suficientemente loco para trabajar aquí (una paradoja de perfecta armonía, les digo...)
—Disculpe, joven—me preguntó un hombre barbudo en los pantalones entubados más ajustados que he visto...en el día
—¿En que puedo ayudarlo?
—¿Cuál es el grupo más oscuro que me puede recomendar?
Se como suena, pero en "Eric's Records", eso es algo que se oye con lastimosa frecuencia...
—Pues, tengo este grupo suizo llamado Lovebugs...
—No, no, ya los conozco.
—Oh, bueno, en ese caso, esta esta banda rusa llamada Mummiy Troll y...
—No, esos son demasiado "mainstreet" para mi.
—Comprendo, comprendo ¿Y qué hay de Pizzicato Five?
—Na, usaron una de sus canciones para Futurama; ahora todos los que lo oyen son "posers".
—Si, si, claro ¿Qué hay de Feist?
—Sigue siendo muy mainstream...
—¿Mission of Burma?
—Na, escuché que hicieron un comercial en Uganda, se vendieron...
Momentos como ese son el equivalente de una computadora que te dice que esta trabada y necesita reiniciar pero que al reiniciar no puede arrancar y te manda un mensaje que te dice que la computadora esta trabada y necesita reiniciar y...bueno, ya de seguro comprenden a donde voy con esto, y odiaba este tipo de clientes, en especial porque aun soy nuevo para tratar con esto, de no ser por la ayuda de ella, estaría perdido.
—¡Disculpa!—interrumpió Lena dirigiendose al cliente—¿Puedo ayudarlo?
—Si, busco algo que no haya sido oído por más de dos personas...
—¡Oh, pues tengo el disco indicado!—lo guió hacia la bodega de la tienda—¡Aquí esta!
—¿Quienes son? Gran trabajo de portada.
—Son ""...es algo italiano, creo, pero no muchos los conoces.
—¡Perfecto! ¿Cuanto es?
—Ochenta doláres.
Y ese cliente con gusto los pago, ahora ¿Recuerdan hace unas lineas cuando dije que era el único tan loco como para trabajar con mi tió? Bueno, mentí: hay alguien mas loca aun, y se llama Lena Mendoza, esta en su noveno grado en Filosofía y Letras, y cuando digo "noveno grado" no me refiero a semestre, me refiero a año...
¿Se les hace demasiado? Quizás, pero si han estudiado o al menos caminado en los pasillos de una Universidad de Filosofía, sabrán que las cosas ahí se hacen mucho más lentamente.
—¿Que cosa le vendiste?—le pregunté
—Solo una caja de disco al revés con viejas grabaciones de Beck...nunca notan la diferencia.
—Por Dios...eso es brillante.
Si, Lena ha estado en el negocio mucho tiempo como para darse cuenta de como funcionan las cosas, y de no ser por ella, quizás me hubiera comido el competitivo mundo de...la venta de discos viejos (bueno, un empleo es un empleo).
Pero ese día sería especial...ella entró a la tienda.
Su pelo era castaño claro y brillante, sus ojos verde esmeralda, su piel clara como la porcelana, y todas esas figuras rétoricas gastadas que siempre digo al recordar mis clases de poesía.
—¿Te gusta eh?—me preguntó Lena
—Bueno...ciertamente es hermosa.
—¿Por qué no vas y la saludas?
—Lena, chicos que viven en un apartamento de una sola habitación que trabajan en una tienda de discos no preguntan a mujeres así si quieren salir con uno.
—No la vas a invitar a salir todavía, solo vas a decir "hola".
En mi mente todo siempre parece más dramático de lo que debería ser; Lena tenía razón ¿Qué tenía que perder? ¿La dignidad? ¿La autoestima? ¡Las perdí desde el momento en que pronuncié esas inmortales palabras: "Tió ¿Me puedes dar empleo?"
—Hola ¿Puedo ayudarte?—le dije
—Oh, no gracias, solo estoy viendo por aquí.
"Solo estoy viendo", el código universal para decirle a un empleado "largate de mi puta vista", y en circunstancias normales hubiera corrido a esconderme a la sección de discos japoneses, de hecho, di la media vuelta y un par de pasos en esa dirección...pero no esta vez...ahora sería distinto.
—Veo que te gusta Nirvana...—le dije timidamente mientras revisaba la sección de los 90.
—Si, bueno, como todos nacidos después de 1980...
Se lo que están pensando: que maldita perra sin consideración, más sin embargo, creanme, en el rango de edades de los 18 a los 30, ella era de las más amables...
—Oye, quiero ir al grano contigo...la verdad es que te noté al entrar a la tienda y pensé que si no estás muy ocupada podríamos ir a tomar café o algo así.
—Oh...eso es muy amable, pero...
Bueno, hice mi lucha, y perdí, y con toda dignidad, me retiré; supongo que era obvio y debí seguir con mi instinto primario de que los peludos con malos empleos y leve sobrepeso no son nadie a la hora de anotar en el juego de las relaciones.
—Tranquilo Casey, mira, al menos esta vez hiciste el intento—me consolaba por enesima vez durante los días siguientes Lena; no quería dar impresión de depresión, pero es dificil de ignorar las lagrímas al escuchar al fondo "Since I Left You" de The Avalanches.
—No es eso, es qué...esa canción siempre me hace llorar—respondí.
—Si...las canciones acompañadas con videos de mineros en blanco y negro bailando ballet también me llegan al corazón...
—¡Es más profundo que eso!
Más no obstante, sucedió algo sorprendente.
—Es ella—me dijo Lena
Y en efecto, ella estaba ahí una vez más: la chica de los ojos verdes, curioseando sin comprar nada, lo cuál indica el manual que debo presionarla hasta que compre algo o se marche, pero no podía hacerlo...no quería hacerlo, me daba una excusa, y no la iba a desaprovechar.
—¿Me...esta viendo?—susurré a Lena
—Si ¿Ves? No tenías porque perder la esperanza tan pronto: vamos, ve y haz tu "magía" tigre.
—Como digas "Mary Jane".
Y una vez más, como becerro al matadero, voy a ser sacrificado...otra vez.
—¿Algo que te interese?—pregunté
—No, gracias, solo...solo me gusta ver que novedades tienen.
—Ciertamente se a que te refieres...
Dios, ojala hubiera puesto más atención en clase de poesía, o en clase de discurso, o...bueno, en retrospectiva ya entiendo porque fracasé en los estudios, y una vez más, resulté rechazado, y podía volver tranquilo a mi mediocridad y dolor que llega siete años muy tarde como para calificarla de "angustía adolescente".
Pero por una tercera ocasión, ella volvió.
—¡OK, ahora solo quiere estar jugando con mi salud mental!—comenté tras verla entrar, mientras Lena y yo hablabamos cerca de la caja de cobranzas.
—Quizás...solo es timida, quizás ella desea que des el primer paso.
—¡Ya he dado el primer paso!
—¿Ah, a eso le llamas "dar el primer paso"? Un autista castrado tendría mejores movimientos ligadores.
—Eso no sonó muy politicamente correcto viniendo de una estudiante que basó toda una obra en la teoría que el Monumento a Washington es un símbolo fálico.
—¡Y lo es! ¿Qué acaso no tienes ojos?
—Como digas Susan B. Anthony...
—¡Ella es una de las más grandes...! ¿Sabes qué? ¡Esto no es un juicio! Y si lo fuera ¡A mi no me juzgan, es a ti!
—¿Y que quieres que haga entonces? ¿Que vaya una vez más? ¿Qué sea más directo? ¿Debo mostrarle la talla de condón que uso?
—Yo no usaría tu talla de condón como tema de conversación a menos que la quieras hacer reir, pero en el resto diste en el punto: si sigue regresando sin comprar nada, quiere decir que algo de la mercancía le gusta...y no me refiero a los discos.
—Entendí el doble sentido Lena, soy lento, no idiota...
Y como no hay tercer malo, allá voy...eso creo.
—¿Te gusta algo de la tienda?—le dije del modo más torpe y matado que se pudieran imaginar
—Pues...algo así...
—¿Es un disco? ¿Una camisa? ¿Una edición especial malaya de "Una Noche en Kuala Lumpur" con The Bredders?
—¡Uy! ¿Tienen ese paquete?
—Pues...no, lo siento, se nos acabó hace dos meses, pero puedo hacer el pedido si es que así lo deseas...
Y una vez que mi valor y hombría se esfumaron, me retiré otra vez...tal y como en mis empleos anteriores, tal y como en la Universidad.
Supongo que esa era una causa perdida, y no esta mal: no se pueden ganar todas, y en mi caso, no se pueden perder todas, digo, eventualmente algo tendré que ganar, pero eso no lo sabré ahora: no lo sabré hoy, no lo sabré mañana...
...solo bromeo, lo supe precisamente el día siguiente.
—¿Otra vez esta aquí?—Lena me hizo notar al verla entrar
—Dios, mira que desfachatez—mencioné.
—Bueno, quizás somos demasiado paranoicos...tal vez solo le gusta la tienda.
Claro, tras ver la cucaracha de catorce centimetros a lado del pabellón de David Byrne ese argumento era difícil de sostener.
—¿Sabes qué haré?—le dije a Lena
—¿Mentirle a Salubridad?
—Después, pero primero tengo algo que resolver.
Y con tanta seguridad como idiotez, fui con esa chica de ojos verdes una vez más, pero en esta ocasión, mucho más confrontativo, listo para obtener una respuesta o dos.
—Muy bien, has estado viniendo desde hace varios días sin comprar nada, y he notado como me miras cada vez que ingresas al lugar: es obvio que pasa algo, que sientes algo, pero cada vez que intento buscarte, solo me eludes de las maneras más pasivo-agresivas que he visto desde que vivía con mi madre ¿Qué rayos es lo que sucede? ¿Te gusto? ¡Dimelo de frente y directo!
Tras ese pequeño discurso liberador de ira y tripas que dí, la chica me miró profundamente un par de segundos; fue un tiempo corto, pero me pareció tan eterno que bien pude haber aprendido a tocar el tololoche en ese período, hasta que finalmente me respondió.
—¿Sabes? Tienes razón...hay algo que siento, pero no se...supongo que la timidez me ganaba, y no me hacía a la idea de enfrentar la verdad...
—¿En serio? Bueno, no tienes porque temer, digo, no pasa nada: puedes preguntarle a esa persona si quieres pasar un poco de tiempo con este.
—¿De verdad?—preguntó entusiasmada
—Lo juró.
—¡Perfecto!
Y me acerqué a abrazarla...pero ella me esquivó; no, no fue conmigo, no fue con mi tió siquiera...fue con...
—Disculpa...he estado viendote estos días y...quería saber si un día de estos, sino te encuentras muy ocupada, tu y yo podríamos ir a beber algo...
—¿Me hablas a mi?—preguntó Lena incredula mientras se comía media rosquilla
—Eso fue...un giro interesante de eventos—me dije en ese momento, al ver esa linda chica de ojos verdes coqueteando con mi mejor amiga y compañera de trabajo, y francamente, me hubiera molestado e irritado esa pisoteada a mis sentimientos y mi corazón de no ser por un pequeño detalle...
...la sexy imagen mental que eso dejó en mi cabeza.
—¿Así que...iras con la chica de ojos verdes a "tomar algo"?—le pregunté a Lena después que esa chica salió de la tienda
—No...ella no es mi tipo: me gustan más con los ojos azules...
FIN
NOTA DEL AUTOR: Espero que hayan disfrutado este corto, es una idea que tengo pensando desde hace un tiempo, y así como sucedió con Hopewell, tengo la esperanza de hacer más cortos con estos personajes y ver si puedo lueg hacer una serie larga.
Claro, todo depende de usted, el espectador XD
Los reviews, criticas, comentarios y sugerencias se aprecian, y ya veremos si "Hipsterz" se convierte en algo más que un one-shot.
Shalom camaradas.