Capítulo 8 – No le mereces
(MACC)
Me dirijo a la sala de profesores para hablar con Mika sobre las bajas notas de uno de mis alumnos en su asignatura, pero allí me avisan de que ha salido porque ha sido llamada por el director.
Ya que no está, decido aprovechar mi tiempo yendo a grapar las fichas de actividades didácticas que he preparado para mis clases. Llego a secretaria, y en frente de las sillas de espera están hablando Mika y otra mujer que desconozco. Por la expresión de ambas y especialmente por la irritación de esa mujer, deduzco que están discutiendo. Lo que me llama la atención es que no se la oye chillar, sabe controlar su tono de voz en público. Disimuladamente, me acerco un poco más para observarla. Es alta y delgada. Unos cuantos años mayor, con un vestido color avellana estrecho, largo y elegante, seguramente muy caro. Al fijarme en su rostro me recuerda a Kay: cabello del mismo tono oscuro recogido en un sencillo y perfectamente recogido moño, misma forma de ojos, grandes y redondos –pero los suyos son color marrón charol- y esos labios asimétricos color melocotón. Nuestras miradas se cruzan, y no puedo dejar de lado mi visión de Kay con unos quince años más. Tan solo que ella se me hace aun más bella que esa mujer, quizás porque la expresión y la forma de la cara no son completamente iguales.
-¿Es él? –le pregunta a Mika.
Ella se gira, me mira, suspira y asiente. La otra mujer viene hacia mí con una mirada intimidante.
-¡Tú eres el tutor de Kay! –exlama enfadada- ¡El que tan seguro esta de que debe quedarse!
Su tono de voz ya no es tan bajo como antes, pero sigue intentando guardar la compostura.
-¡Que sabrás tú donde debe estar! –me acusa con los ojos vidriosos-. ¡Es mi niña! ¿Qué derecho tienes a apartarla de mí?
Dicho eso, una lágrima resbala por su mejilla. ¿Su niña? ¡Es la madre de Kay! Por eso se parecen tanto… Se la limpia velozmente y sigue con sus acusaciones.
-¡No permitiré que mi hija se quede aquí ni un día más! –espeta dándome con el dedo índice en mi pectoral- ¿Dónde está?
-Su madre, supongo. Mire, yo no retengo a su hija en contra de su voluntad, ni secuestré a Kay y la traje aquí. Vino ella por sus propios medios. Así que por favor –pido con seriedad-, no eche las culpas ni a mí, ni a este internado.
Empieza a llorar, y veo como Mika llora también. Le ha tocado y sabe cómo se siente. Me lanza una mirada asesina. Odio cuando las mujeres lloran. Nunca se que hacer. Nunca. Pero no me arrepiento de ninguna palabra de las que he pronunciado.
-¡Quiero ver al director! –exige frotándose los ojos con la misma delicadeza y rapidez de Kay, destrozándose ligeramente la sombra de ojos a juego con su color de ojos.
Con pose altiva, me sigue hasta su despacho y después de echarme una mirada reprobatoria, Griffin abre la puerta.
-Michelle… -murmura- pasa.
Ella le mira fijamente, estática; con los ojos húmedos y llorosos.
-Pasa, por favor –le repite él.
Obedece y entra con las lágrimas volviendo a salirse de sus ojos.
(KAY)
Noto los brazos de Ales cogiéndome y antes de que me de cuenta mis pies ya no tocan el suelo. Abro los ojos, y me encuentro con mi cara hundida en su cuello. La separo y miro hacia atrás. Montones de lianas nos siguen a una velocidad increíble. Volteo para ver ahora la cara de Ales, salpicada con diminutas manchas rojas. Toco mi cara y al mirar mi mano para ver de qué nos hemos manchado, me doy cuenta de que es sangre.
-¡Bájame Ales! –le pido ansiosa-. ¡Así correremos más rápido!
-¿Como de rápido corres? –pregunta él mirando hacia el frente sin frenar-. Estoy muy bien entrenado, Kay. Además no pesas, puede que si te baje nos relentecemos.
-Como quieras…
Hundo de nuevo mi cara en su cuello, para no observar la situación por la que estamos pasando. Noto su alterado pulso en su yugular, pero es más bien nerviosismo que cansancio.
-¡Joder! –se queja- ¿Cuánto maldito rato más piensan seguirnos? ¿Cómo pueden crecer tanto y tan rápido?
Sigue corriendo sin parar, pero las lianas tampoco cesan. Miro hacia delante, el bosque se acaba y se divisa el cielo azul antes oculto por los arboles. Un precipicio, el final.
-¡No, no, no! –se repite.
Miramos hacia abajo, no se ve nada, excepto una niebla tan espesa que ni si quiera nos deja ver su final.
-¡Drew! –chilla-. ¡Vamos a tirarnos por un precipicio que esta a diez minutos de esa planta! ¡Bajad lo más rápido que podáis! Si no salgo vivo, te quiero tío.
Me mira, preguntándome con sus ojos de miel mi aprobación a su idea. Sin pensármelo dos veces asiento. Vuelvo a cerrar mis ojos. "Perdóname Macc, pero ganas la apuesta".
Ales coge impulso y salta.
. . .
Sonido de una corriente de agua de fondo, voces borrosas y preocupadas hablando sin parar, siento frescor en mi cara, como si lluvia la golpeara; y por último, una luz blanca nublando mi vista.
-Kay.
Distingo mi nombre amortiguado, de una voz suave y aterciopelada. No la distingo, ¿quién es? Intento diferenciar un rostro entre toda esa luz, pero me es imposible.
-Kay.
-¿Quién eres? –intento pronunciar, pero no recibo respuesta y supongo que ni siquiera he logrado abrir la boca.
Abro más los ojos, o eso creo intentar; y entonces distingo motas naranja entre toda ese blancura. Las motas crecen, convirtiéndose en un enorme cielo al atardecer. Pierdo mi vista aún revuelta en él. Una cara negra invade el paisaje, cuya va cogiendo color cada segundo que pasa.
-¡Se ha despertado! -grita alegre Levi-. ¿Hola? ¿Kay? ¿Estás con nosotros?
Me llevo una mano a la frente y me incorporo, sintiendo un gran dolor en mi nuca. Nuevas caras se aproximan, dejándose identificar a la de segundos.
-Sí estoy bien –digo algo mareada-. ¿Estoy hablando o solo creo hablar?
Oigo risas de Drew por lo bajini. Es lo primero.
-Estás hablando –ríe y confirma ahora Levi también.
Veo como su cara va hacia la derecha, y hacia la izquierda, y hacia atrás… No espera… Es mi vista. Vuelvo a llevarme la mano en la frente y ahora noto que esta algo húmeda, al igual que mis mejillas. Me empieza a entrar frío, miro mi cuerpo. Estoy empapada. Vanesa se levanta –estaba mirándome junto con Drew y Levi- y la veo reaparecer a lo lejos con toallas, me las echa por encima y le doy las gracias.
¿Por qué estoy mojada? Es más, ¿Que hago tumbada en un suelo arenoso con tanto dolor de cabeza?
Me encuentro en la orilla de un río de aguas tintadas a colores anaranjados por influencia del sol. Una tienda de campaña está montada unos metros detrás de mí y nos envuelven altísimos arboles.
-¡Ales! –exclamo de repente provocándome un intenso dolor de cabeza- ¿Dónde está?
Ahora me acuerdo. Ales y yo nos escapábamos de esa planta después de que él le cortara la lengua y nos salpicáramos de sangre, pero llegamos al final de un camino, topándonos con un precipicio del cual la niebla no nos dejaba visualizar su final. Nos tiramos con esperanzas de caer en el agua, o al menos que fuera menos alto de lo que parecía. Ales me envolvió con su cuerpo al caer, eso es lo último que recuerdo.
-Está perfecto –asegura Levi con una sonrisa-. De hecho despertó antes que tú, pero cayo rendido.
-No quería soltarse de ti para nada del mundo –continua Drew mientras prepara una fogata-. Os encontramos desmayados, tú te aferrabas a su cintura y el te protegía la cabeza con sus brazos. Despertó, le dijimos que entrara a la cabaña pero estaba grogui y aún deliraba diciendo que no pensaba soltarte.
-Hasta que de desmayo de cansancio y conseguimos meterle dentro.
Sonrío algo sonrojada. Si hago esfuerzos recuerdo perfectamente agarrarme a él con todas mis fuerzas. Me siento un poco culpable por incluso en los últimos momentos, haber pensado en Macc y no en la persona que estaba intentado protegerme. Supongo que mis sentimientos se han transmitido en una expresión, por qué Vanesa añade:
-No le mereces.
(MACC)
Me siento al lado de la puerta de su despacho, tal y como Kay lo estaba en el mío el día en que hablamos sobre si debía quedarse o no. Mis intenciones son escuchar su conversación, pero los dos están en silencio.
-Cuanto tiempo sin verte, Michelle –habla entonces Griffin con su pacifismo.
-Veintisiete años –espeta ella.
-Estás preciosa –asegura él-. Has crecido mucho.
La oigo sollozar. No puedo ver sus expresiones, pero tan solo de imaginarme lo que ocurre me tenso.
-Tú estás muy joven –consigue balbucear.
Griffin ríe. Una de las pocas veces que le oigo reír en la vida.
-Bonito anillo –dice él de súbito-. Felicidades, veo que eres feliz.
-Lo soy –afirma-. Y tú, papá. ¿Eres tú feliz?
La sangre se me hiela, mi cuerpo se petrifica, mis sentidos se pierden en silencio. Mis teorías eran ciertas. Griffin y Kay tienen mucho más en común de lo que parece a simple vista.
-Lo intento –ríe él-. Aún me queda mucho tiempo para conseguir la felicidad, ¿no crees?
-Sí.
No dicen nada durante unos segundos. Segundos que aprovecho para asimilar semejante información. Le ha llamado papá, lo cual significa que Griffin es el abuelo de Kay, y esa Michelle sería algo así como mi hermanastra.
-Quiero llevarme a Kay de aquí, por favor.
-No puedes.
-Claro que sí –empieza a alterarse-. ¡Es mi hija!
-Y mi nieta.
Más claro no me lo podían decir. Suspiro, llevándome ambas manos a la cabeza para asegurarme de que no me abandone, negándose a seguir escuchando.
-Me hiciste tanto daño, papá… -murmura de nuevo más suave.
-¿Y por eso no quieres que Kay reconozca lo inevitable? –dice secamente.
-Exacto –desmiente ella con firmeza-. Intentaba evitar que le ocurriera una semejanza a tu vida, a la de mamá, o a la mía.
-Ninguna de ellas ha sido en vano –masculla con algo de enfado en la voz-. Las tres vidas que apartas de tu hija han sido su influencia, han sido que sea lo que es, Michelle.
Ella llora, lo sé. Y Griffin también lloraría, pero no puede, no debe. En un momento, apenas unos minutos la vida de Kay ha cambiado sin siquiera ella estar presente; y la mía también.
-Tan solo quiero llevarme a mi hija de aquí –dice tratando de ser impasible-, por favor.
Él no responde.
-No volverás a verme. No volverás a verla. Podrás seguir con tu tranquila vida de nuevo –asegura Michelle con suplica-, pero no la apartes de mí.
No puede hacer eso. No puede quitarnos a Kay así de nuestras vidas. Griffin es su abuelo, no puede pretender que la olvide así como así. Y yo… simplemente no puedo imaginarme como seria estar de vuelta hace tan solo unos días atrás, sin su comprensividad y sus comentarios. Sin su carácter, sin sus palabras. Sin ella.
-.-.-
¡Y aquí otro capítulo más…! Se que ha sido un poco más corto, ¡pero intenso! Intentaré que el siguiente sea más largo, ya que seguramente me retrasaré: exámenes, muchooos exámenes, eso si salgo viva de ellos, ¡claro!
¡Y gracias a los que habéis comentadooooo! ¡Se aprecia y se os quiere!
P.D: ¡Nueva Historia! ¡Espero que todos le deis una oportunidad! Se llama G. A. N. G. Puede que el sumary no sea muy atractivo pero espero ese clic y esa oportunidad, ¡se la merece! No os arrepentiréis.