Día de muertos
Hoy, el cuarto huele de forma muy peculiar. Huele a cera y a flores, pero es un olor muy distinto al trágico aroma de velorio. No, este olor es mucho más festivo. Tiene el dulce de las frutas, el candor de la cera, el aroma sublime del cempazúchitl. Hoy es 2 de noviembre, día de muertos.
Con mucho cuidado, Sonia observa todo lo que hay en la mesa: hay fruta, comida, un buen tequila y un poco de ese dulce de calabaza tan típico de la temporada. El papel picado adorna el altar y en el centro, Sonia coloca con sumo cuidado y casi reverencia una foto de un hombre en blanco y negro.
Sonia observa su trabajo y su mirada se detiene en aquel rostro que muestra la fotografía. Él tiene una mirada tan profunda, que parece seguirla sin importar dónde se pare. Viste un traje regio, pero no muy oscuro, y tiene una sonrisa pícara en los labios. ¡Esa sonrisa…!
Sonia no puede evitar vacilar ante semejante imagen. Bien sabe ella que la foto es la única esperanza de volver a ver esa sonrisa y, por supuesto, no puede expresar alegría ante semejante conciencia, pero… hoy es un día de celebración. Han pasado ya, ¿qué?, ¿dos años? Sí, eso es correcto. Dos años.
Antes de poder sumirse en la melancolía, Sonia sacude la cabeza con fuerza y le dirige una sonrisa vacilante al retrato. Sí. Eso es. Hoy, hoy es un día diferente. Hoy es un día de celebración, de expectativa. Según la tradición, él –o mejor dicho, su alma- regresará de entre los muertos y vendrá a pasar la velada con ella. Y ella ha hecho todo en su poder para asegurarse de ser hospitalaria. Las lágrimas no entran dentro del trato.
Tras inspirar fuertemente, Sonia decide que debe seguir el espíritu de su pueblo. Debe hacer frente a este mal desenlace del destino y sonreír, brindar por él. Siempre por él. Bien es cierto que la muerte le duele más a los vivos que a los muertos, piensa ella. Pero, honestamente, ¿qué mejor forma de honrar su muerte, su sacrificio, que recordando los mejores momentos que pasaron juntos? ¿Qué mejor forma de recordarlo que con una sonrisa? Sí. Es hora de dejarlo todo atrás.
Y tras meditar lo completamente erróneo que es que un hijo se vaya antes que sus padres, Sonia clava la mirada en esa sonrisa pícara, la misma que había tenido cuando niño y decide soltar unas palabras.
-Bienvenido, hijo mío. No encontrarás tristeza aquí.- Dice ella con valentía y, tras prender el Cirio y verificar que todo esté en su lugar, le dirige una valiente sonrisa al retrato y se da la media vuelta. Éste es un día más.
Ciudad de México, 07 de noviembre de 2012.
N/A: Dedicado a Eli-Marin y, por supuesto, a todos quienes conocemos el dolor de una pérdida y estamos buscando superarla.