Postales desde Tokio

"Tokio es demasiado grande, demasiado ruidoso, y siempre hay gente caminando por doquier, pero aún así me siento muy sólo".

Morgan comenzó a escribir esa última postal esperando que Mark la leyera, había enviado dos anteriormente pero sabía por su amiga Lucy que su novio no las había leído, seguían en ese estante donde ellos dejaban la correspondencia.

Hacía seis meses que estaba trabajando en Tokio, tomar la decisión de mudarse de New York sin su novio fue muy difícil, y más cuando a éste lo aceptaron en la compañía en la que tanto deseaba trabajar, pero él tenía una pasantía que debía cumplir y sus caminos se separaron en esa noche que decidieron cada uno seguir su rumbo.

La despedida en el aeropuerto fue con sabor a pérdida, con un beso en los labios, lleno de lágrimas por parte de ambos. Se hablaron por teléfono más de una vez, pero la última conversación fue solo reproches por parte de ambos y luego no hablaron en dos meses. Él decidió enviarle una postal, sabiendo que a Mark esos gestos le gustaban, pero su amiga le dijo que la había dejado en un mueble, le envió otra y sucedió exactamente lo mismo. Ya no sabía qué hacer, había llamado y siempre iba al buzón de voz, acaso Mark ya no lo amaba?, se preguntaba una y otra vez, pero luego Lucy le contaba que preguntaba seguido por él, por como estaba, pero seguía sin atender sus llamadas, ni leía sus postales.

Cerró sus ojos dejando que sus sentimientos poseyeran su mano, escribiendo cada palabra susurrada por su corazón, miro la hoja sintiéndose un tonto, pero continuo, escribió un viejo poema en Japonés, y su traducción entre comillas, dejando ver que no dejaría de amarlo, escribió un "te amo" y guardó la postal en un sobre.

Pasaron los días nuevamente y no recibió respuesta, Lucy no pudo decirle si Mark leyó la postal porque no lo visito, solo se lo cruzo una vez en la calle y lo noto extraño, no había preguntado por él, eso lo hizo ponerse nervioso, estaba seguro que Mark ya no lo amaba.

Camino por esas calles atestadas de gente mirando al suelo, pensando que por cumplir sus obligaciones con el trabajo, perdió al amor de su vida, pero no entendía porque Mark preguntaba por él si ya no le importaba, eso le daba esperanzas, hacia que una luz en el interior de su alma se encendiera impulsándolo a desear creer que ese amor seguía allí, que lo extrañaba tanto como él, que cada noche se aferraba a su almohada deseando que fuera él, aunque dormir sin estar a su lado no era lo mismo, deseaba que el espacio que los separara desapareciera y poder hacer un paso y tenerlo frente al él para abrazarlo y besarlo.

Ésto lo hacía sentirse en piezas que ya no encajaban, que estaba roto como un cristal, que por más que quisiera la desesperación le ganaba y solo podía llorar imaginándolo a su lado, hablándole, susurrando esas palabras de amor que solo él le decía, no podía creer que ya no le importaba, que ya no significaba nada para Mark.

Ese recuerdo de la primera vez que se besaron y él le dijo que se sentía en la luna llego a su mente, Mark lo llamo loco pero siguió besándolo porque sabía que significaba ese sentimiento, luego le dijo que lo amaba y eso lo lleno de esa calidez en su corazón, respondiéndole con otro "te amo".

En ese instante pensó que tal vez ese te amo ya no existía, y otra vez se sentía roto por dentro, con ese sabor a ilusión con el que se alimento estos meses creyendo que todo volvería a estar bien, que era cuestión de darse tiempo, extrañarse mutuamente, pero luego de dos meses sin contacto, la desesperación lo consumía de a ratos, era como un tornado de emociones que lo elevaba y por momentos solo lo sostenía en el aire, para dejarlo caer nuevamente, y allí comenzaba a creer que ya no le importaba a Mark, ni como un viejo recuerdo. Esperaba en vano una palabra que lo sacara de ésta incertidumbre, conocía a su novio y sabia que estaría pensando que decir y como, solo quería escucharlo, lo que sea que tuviera que decirle, solo quería escucharlo de él.

Cerro sus ojos y suspiro lleno de esperanzas desechas, camino junto con el gentío hasta llegar a su departamento, busco su llave en su bolsillo automáticamente, paso frente a la vieja cafetería que era la única que quedaba cerca, y cuando fue a abrir la puerta del departamento oyó que alguien grito su nombre, y allí estaba, como una alucinación, mirándolo a unos pasos, sus pies estaban atornillados al suelo sin creer que Mark estaba a escasos metros caminando hacia él.

-Hola.- dijo esa inconfundible voz.

-Hola.- respondió mirándolo como si estuviera soñando.

-Te estaba esperando en la cafetería, como no estabas en tu departamento...-

-Estas aquí?... Estas aquí...- dijo mirándolo sin creer.

-Si.- respondió Mark observándolo, notándolo confundido, le dio una media sonrisa y saco del bolsillo todas las postales que él le había enviado. -lamento no haber respondido... Pero cuando las leí... Decidí venir personalmente.-

Morgan suspiró en medio de un sollozo, las lágrimas se acumularon en sus ojos y su corazón se contrajo esperando oír las palabras que terminarían de romperlo.

-Quería pasar éste día contigo, festejar nuestro décimo San Valentín aunque no estemos en el mismo continente.- le dijo Mark con sus ojos fijos en él.

-Qué?... San Valentín?...- pregunto perdido.

-Si, hoy es San Valentín, en América al menos.- respondió acercándose a él hasta tomar su mano y la beso con ternura. -es el único lugar donde quiero esta hoy.-

Las lágrimas comenzaron a caer sin cesar, Mark las limpio con su otra mano y beso sus labios, ésta vez ese beso no sabía a perdida, sino a reencuentro, a diez años de amor.