Mexicano, 33 años, ingeniero por profesión, escritor por deformación, alimentólogo por pasión, lector por convicción, profesor por deseo propio.

Ateo en mi realidad, budista en mi mentalidad, taoista en mis principios. Carnívoro y devorador de azúcar. Amante de la buena vida, enamorado de mi propio ser. Arrogante, ególatra, necio y profundamente irritante. Parlanchín y maleducado. Intentando tener un buen corazón pero adorando el sufrimiento de los estudiantes.

Me vuelven loco la sonrisa de un niño con un dulce, la mirada de una madre hacia su hijo y los besos en la mejilla. Me alteran los errores ortográficos básicos o hechos a drede.

Escribo por pasatiempo aunque mi tiempo libre no es mucho; escribo sobre todo de mis frustraciones y mis miedos, de mis anhelos y aquellas cosas que no me atrevo a decir en voz alta. Escribo cuando estoy triste porque al ponerlo en papel la tristeza deja de ser mía. Escribo cuando estoy feliz porque es la manera de compartirlo con el otros. Escribo cuando estoy molesto porque es la manera más creativa de canalizarlo. Escribo porque no puedo dejar de formar palabras en mi mente.

Me inspira todo lo que escucho, si tiene buen ritmo lo puedo convertir en una historia aunque no aseguro que sea una buena historia.

Novato aún, soñador eterno... si no estoy trabajando seguramente estaré en mi mundo de ideas. De ahí nadie ha podido sacarme.